Una prueba de ADN, un detective, una infidelidad y una herencia de dos millones de euros. Podría ser la trama de cualquier película de ficción de sobremesa pero es una historia real y cercana. El protagonista es un vecino de Tierra de Barros, de 61 años, al que una prueba de ADN le ha puesto nombre y apellidos a su padre y varios ceros a su cuenta corriente.

El argumento de esta historia es recurrente. Un empresario pacense con propiedades, casado y padre de tres hijos que a finales de los años 50 mantiene relaciones con la mujer que cuida y atiende la casa familiar, la empleada del hogar. De aquel idilio nacieron dos niños que nunca fueron reconocidos por aquel empresario, dedicado al mundo de la construcción y ya fallecido. Sin embargo, ahora una prueba de ADN avala que aquel hombre es su padre y, por tanto, de la herencia que se repartieron los tres hermanos nacidos en el matrimonio habría que sacar al menos otra porción más.

El desenlace comenzó a fraguarse hace apenas tres meses, cuando uno de esos hijos no reconocidos decidió reclamar lo que siempre había sospechado que era suyo. «Lo hace primero por dignidad porque es muy triste ir por la vida sin saber quién es tu padre y luego por la cuestión económica», apunta Fernando Osuna, el abogado de este almendralejense de 61 años que percibe una pensión por invalidez y que, por ahora, prefiere seguir en el anonimato, según el letrado.

Un detective privado siguió a uno de los hijos reconocidos del empresario, residentes entre Badajoz y Almendralejo, hasta que obtuvo el material necesario para realizar una prueba de ADN. «Basta obtener en un sitio público una lata vacía, una colilla o un kleenex, cualquier cosa que tenga restos biológicos». Tras lograrlos, se realizó el test de ADN y los resultados arrojaron pocas dudas, según Osuna: «hay un 99% de probabilidad». Y por lo tanto, la herencia que se estima en diez millones de euros, habría que volver a repartirla. «A mi cliente le pertenecen unos dos millones de euros porque el padre no dejó testamento, con lo cual el hijo fuera del matrimonio recibe exactamente lo mismo que el hijo matrimonial», prosigue. La cuestión está ahora en cómo se llega hasta ese dinero. «Vamos a plantear un acuerdo a los tres hermanos y si no aceptan, presentaremos una demanda para reclamar en un juzgado lo que corresponde». El juez, si así lo considera, volvería a realizar una prueba de ADN con todas las garantías y dictaría sentencia.

¿Por qué ha esperado 61 años? «Por desconocimiento, por respeto hacia la madre, por temor, por falta de medios económicos... Viene siendo algo habitual», defiende el abogado sevillano que lleva multitud de casos de este tipo, algunos muy mediáticos como el del Cordobés o el presunto hijo de Julio Iglesias.