Dos meses lectivos, una semana de descanso y vuelta a empezar. Es el calendario que los alumnos de Cantabria estrenarán el próximo curso, un planteamiento basado en razones pedagógicas según la Administración cántabra que de momento no se plantea en Extremadura aunque los sindicatos están dispuestos a abrir un debate con la comunidad educativa.

La decisión de la región cántabra ha reabierto la discusión interna sobre este asunto en las comunidades del país, algunas ya se habían planteado una modificación parecida pero no salió adelante por falta de consenso. Y eso es precisamente lo que ocurre en Extremadura. Las posturas en la región son diversas, pero las propuestas no pasan por cambiar trimestres por bimestres como en el caso de Cantabria sino por establecer periodos de tres meses lectivos fijos que no dependan de las festividades religiosas. Esta es la propuesta que la Federación Extremeña de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de centros públicos (Freapa) quiere poner sobre la mesa el próximo curso y que sindicatos como UGT ya han planteado este año, sin éxito porque el calendario escolar para el 2016-2017 ya está aprobado en el modelo habitual.

Para el presidente de la Freapa, Joaquín León, el planteamiento de Cantabria es quizás inviable en Extremadura "porque las condiciones climáticas de la región son también distintas para terminar el curso a finales de junio, pero sí podríamos ir fijando trimestres más equilibrados, que no dependan de las festividades religiosas sino de criterios pedagógicos", apunta León. "Este año por ejemplo el último trimestre está siendo muy largo porque Semana Santa fue pronto y los chavales están agotados. El sujeto del hecho educativo es el alumno y a veces padres y profesores no contamos con ellos".

A su juicio, lo ideal sería fijar la Semana Santa en una fecha concreta, pero dado que no se trata de una decisión política, plantea establecer una semana de descanso entre el segundo y el tercer trimestre y no dejar que esto lo marque esta fiesta católica. Si saliera adelante su propuesta los alumnos solo descansarían en Semana Santa los días festivos y no la semana completa. "Nos regimos por las festividades religiosas más que por criterios pedagógicos", dice. En este debate tienen un papel fundamental los padres, por la conciliación de la vida laboral y familiar, pero la Freapa estima que no supondría un gran perjuicio. No obstante, "hay que buscar el equilibrio y abrir el debate a toda la sociedad", afirma.

SIN EXITO ESTE AÑO Similar es el razonamiento de la Federación de Enseñanza de UGT, que ya planteó en la negociación del calendario del próximo curso establecer periodos más equitativos primando los aspectos pedagógicos sobre las festividades marcadas por el calendario católico. "En ocasiones hay trimestres que duran cuatro meses y otros mes y medio y situaciones como estas requieren al menos de un debate profundo porque con el sistema actual no se compensan los periodos lectivos", indica Oscar Hernández, de UGT.

A este sindicato le parece acertado el nuevo calendario cántabro porque se basa en un "planteamiento más pedagógico" e incluso plantea fórmulas para la conciliación de los padres, aunque en Extremadura podría estirarse en septiembre y no tanto en junio por las condiciones climáticas. "Es una adaptación que permite al estudiante coger un ritmo de estudio más equilibrado", dice Hernández.

Comisiones Obreras apunta en la misma dirección. "Pedagógicamente el calendario fijado en Cantabria es más avanzado. Un bloque lectivo fijo más reducido y descansos más frecuentes es más favorable, lo dicen varios estudios y es el modelo que siguen en otros países", señalan Francisco Jiménez, responsable de la Federación de Enseñanza de CCOO. No obstante, precisa que el verano en Extremadura es más caluroso que en el norte de Europa y de España y estos factores deben ser tenidos en cuenta también. Insiste además en que en términos de conciliación laboral de las familias no supondría una gran problemática porque prácticamente el calendario cántabro mantiene como vacaciones las fiestas religiosas estipuladas y aboga por iniciar un debate sobre este asunto con toda la comunidad educativa y el entorno de cada uno de los centros. "Sería muy interesante".

Asimismo, Jiménez precisa que el nuevo calendario cántabro es solo una de las partes de un acuerdo más global entre la Administración y los sindicatos que "supone

en su conjunto un avance importante en atención a la diversidad y recuperación de plantilla --entre otras-- en el contexto actual; ojalá se llegara en Extremadura a un acuerdo de este tipo".

LA COHESION Desde ANPE, el secretario regional de Acción Sindical, Saturnino Acosta, aboga por mantener la homogeneización del sistema educativo en España. "El calendario adoptado en Cantabria no nos parece ni bien ni mal puesto que no existe impedimento alguno para modificarlo, sin embargo desde ANPE siempre hemos abogado por la vertebración de nuestro sistema educativo y la cohesión suficiente que evite desajustes entre las comunidades". En este sentido, Acosta echa en falta una regulación estatal que vaya más allá de fijar en 175 los días lectivos y que establezca unas condiciones.

"Hay que entender que no solo afecta a los días lectivos o las vacaciones, también influye directamente en otros aspectos docentes, pedagógicos, familiares y sociales, desde la distribución curricular, las evaluaciones, que presumiblemente en Cantabria pudiera pasar de tres a cinco, la organización de los centros y los servicios complementarios que ofrezca y que también dependerá de la capacidad de las administraciones de cada comunidad", señala Acosta. Recuerda que pese a que la fórmula cántabra es la más extendida en Europa, "en España ni los horarios, ni las coberturas sociales, ni las condiciones sociolaborales son las mismas".

DISTINTAS CONDICIONES Desde PIDE también son más reacios a la propuesta de Cantabria. "Las condiciones de esa comunidad son diferentes a las nuestras y no nos gusta", apunta Alfredo Aranda. A su juicio, sería más conveniente recuperar viejas medidas como la de recortar una hora de clase al día en el último mes de curso --solo para los alumnos, no para el profesorado, aclara-- con el fin de evitar los estragos de las altas temperaturas en la región que introducir descansos cada dos meses y alargar el final de curso. "El modelo cántabro pedagógicamente supone pocos cambios, puesto que a efectos prácticos varía poco con nuestro calendario y no creemos que este asunto sea prioritario actualmente aunque por supuesto se puede hablar de un nuevo calendario adaptado a nuestra realidad".

Aranda, además, considera que cualquier cambio ahora tendría más perjuicios que beneficios especialmente para los padres, acostumbrados a organizarse en función de las fiestas establecidas.

En esta línea ahonda también la responsable de enseñanza de CSI-F Extremadura. Mercedes Barrado considera que cualquier cambio en el sistema educativo produce temores entre los padres principalmente, pueden ser positivos si se trabajan bien, pero es un asunto que ahora mismo "no es prioritario". El calendario cántabro "podría tener cierta racionalidad por equilibrar los periodos lectivos pero siempre que fuera acompañado de medidas para que los centros siguieran abiertos con otras actividades y favorecer la conciliación", apunta, aunque no cree que una propuesta similar se plantee en Extremadura.

Barrado recuerda que en la región hay centros que fijan unos días de actividades lúdicas o de convivencia cuando el segundo trimestre se alarga porque la Semana Santa se retrasa. "Es lo que llamamos la semana blanca que cada centro organiza", apunta. Desde CSI-F también consideran positivo equilibrar los periodos lectivos pero "no se puede poner patas arriba a las familias". El debate está servido.