Tras casi 40 años de vida submarina las antiguas edificaciones que cubren las aguas del pantano de Alcántara han reaparecido para recuerdo de los que antaño, siendo niños, juguetearon entre ellas, y sorpresa de los que no llegaron a conocerlas. La escasez de agua embalsada --el embalse estaba hace una semana al 36,2% de su capacidad-- ha descubierto, por primera vez para la inmensa mayoría, escenas y paisajes irreconocibles y casi mágicos.

El descenso del nivel del agua hace posible ver la Torre de Floripes completa. "Lo que creíamos la puerta es una ventana", comenta un chiquillo sorprendido al ver por primera vez la puerta de acceso bajo la gran ventana que sí queda en muchas ocasiones sobre la superficie de las aguas.

En la orilla opuesta asoman parte de las edificaciones que quedaron sepultadas cuando se construyó el embalse, allá por 1969, y los arboles, hoy esqueletos, que las dieron sombra. Y también es ahora posible pasear por los restos de la antigua vía del tren --en muchos tramos, junto a las aguas, han quedado a la vista los raíles y algunas antiguas traviesas de madera-- o cruzar por destartalados puentes.

Por unos días, pues hay que esperar que la sequía remita y el nivel de este importante embalse cubra de nuevo las señales del pasado, las aguas se han retirado para permitir ver parte del antiguo puente ferroviario, del año 1881, y que diseñó el ingeniero francés Eiffel; del de cuatro ojos de la carretera por la que pasaban antaño los vehículos, la Torre de Floripes con los restos de la muralla de su castillo casi unidos a tierra; casas; vallas...

Las cámaras se precipitan en continuos ´clics´ para captar el mayor número de instantáneas posibles. Todos saben que con seguridad nunca volverán a ver lo que estos días ha permitido descubrir la falta de agua.