Los más duros en el consejo celebrado ayer fueron los diez nuevos estados miembros, a pesar de que en líneas generales la propuesta les es favorable al focalizar toda la política de cohesión en las regiones y países más pobres.

Lo que disgusta a estos países es que se establezca un techo del cuatro por ciento del producto interior bruto nacional para la concesión de fondos, como forma de asegurar las posibilidades de absorción de las ayudas.

Por otra parte, la reunión no abordó la difícil cuestión de los recursos propios ni la supervivencia del denominado ´cheque británico´, que desde los años ochenta del siglo XX recibe el Reino Unido.

Asimismo, el ministro de Exteriores francés, Michel Barnier, no perdió la oportunidad en el consejo de ayer de reclamar ante la prensa la eliminación del anacronismo que representan los más de 5.000 millones de euros anuales que la UE devuelve a Londres, aunque, por si acaso, puntualizó que sería "totalmente inaceptable" un compromiso que consistiese en eliminar el ´cheque británico´ y recortar al mismo tiempo las ayudas de la PAC que favorecen especialmente a Francia.