Cada día 22 de junio, desde el año 2009, se viene celebrando en las sedes del Instituto Cervantes de todo el mundo 'El Día E'. Esa fecha fue la elegida para conmemorar la importancia del español como segunda lengua más importante del planeta, sólo por detrás del chino en número de hablantes y del inglés en comunicación internacional.

En algunas de las ediciones anuales de ese 'Día E', el Instituto ha realizado y expuesto en Youtube vídeos en los que personajes relevantes del mundo de las artes, ciencias, letras, y demás materias, elegían su palabra preferida y explicaban las razones de su predilección por el vocablo señalado. Algunos de ellos, escogían palabras importantes, de gran dimensión conceptual, como 'libertad', 'tolerancia' o 'solidaridad'. Otros optaban por palabras revestidas de belleza estética, sonoras y melódicas, como 'alumbrar', 'crétaro' o 'alborada'.

Era una bonita iniciativa, a través de la cual se situaban en un pedestal, en un podio a la vista de todo el mundo, distintas palabras del español con una gran belleza formal, significativa o estética. Y es que el sentido de nuestras vidas está escrito con palabras; con palabras escritas, palabras habladas y palabras pensadas. Al fin, la transmisión social de la palabra y la introspección son dos vertientes del acto comunicativo, ya sea este con los demás o con nosotros mismos.

Decía el pensador, político y escritor francés, Michel de Montaigne , que "la palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha". Y, en este sentido, hay palabras que tienen gran valor sanador, que son gratificantes tanto para quien las pronuncia como para quien las escucha. Soy de la opinión de que hay que dar las gracias a los demás cuando procede. Me enseñaron que "de bien nacidos es ser agradecidos", y no tengo miedo a repetir la palabra 'gracias' cuantas veces sea necesario.

De pequeño, me explicaron también que las cosas había que pedirlas con educación, y que el 'por favor' era la fórmula lingüística que había que utilizar para solicitar algo a los demás de modo correcto y civilizado. Les confieso que tampoco encuentro problema alguno en pronunciar la palabra 'perdón' repetidamente. Cuando uno se equivoca, cuando se yerra, hay que ser lo suficientemente humilde como para reconocer el error, disculparse o expresar nuestro pesar por las consecuencias de nuestras acciones.

Llámenme iluso, pero creo que si dijésemos más a menudo 'gracias', 'por favor' o 'perdón', entre todos haríamos de este mundo de pesimismo y negatividad un lugar más sano y mejor. Una palabra, sólo una palabra, en el momento adecuado, puede ayudar a sanar. Utilicemos el diccionario para hacer el bien.