El viernes fue día de despedida para la mayor parte de la plantilla de la fábrica de transformación de tabaco negro de Palazuelo-Empalme, en Malpartida de Plasencia. La empresa propietaria, Altadis, anunció su cierre en junio pasado y desde hace aproximadamente un mes ya no se producía.

Segundo Cembellín era uno de sus 23 trabajadores. Como casi todos, entró en la fábrica en 1983 y el viernes se pasó ya solo a por sus cosas y a recoger el finiquito. La sensación ese día para él fue "de pena, después de haber visto la planta tanto tiempo en funcionamiento, dejarla así ahora...". Eso sí, reconoce que la caída de la demanda de tabaco negro no dejaba "otra solución" para esta fábrica y también que "como están las cosas en la calle, al menos nosotros podemos decir que nos vamos bien".

Altadis planteó la negociación laboral para el cierre de Palazuelo en el marco de una extensión del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) aprobado por el Ministerio de Trabajo en el 2009 para el conjunto de la plantilla de esta multinacional en España. Esta medida estableció un sistema de bajas indemnizadas que enlazara con la jubilación para los operarios de 52 años o más, con opción de ampliarse hasta los 51. Justo ahí ha quedado el limite para prejubilarse en Palazuelo y justo esa es la edad de Cembellín, que ahora tendrá que acostumbrarse al cambio de rutina. "Tengo una parcela cerca de Plasencia, y aburrirme, no me voy a aburrir", afirma.

Los ocho trabajadores que no pasaban la edad de corte permanecerán todavía en la planta. Dos de ellos durante muy poco tiempo, ya que cumplen la edad a principios del 2012, y los seis restantes hasta el 31 de marzo, sacando el tabaco que queda en los almacenes y desmontando las máquinas.

Posteriormente, tendrán que cambiar de aires. La empresa les dio a escoger entre las otras tres factorías de Altadis en España, situadas en Logroño, Santander y Cádiz. Todos se decantaron por la capital gaditana. "Es lo más parecido a esto y lo que queda más cerca", resalta Antonio Mateos, delegado de UGT en Palazuelo y uno de los seis trabajadores que tendrán que emigrar dentro de poco más de tres meses. Lo hará solo, ya que su mujer y sus tres hijos (los dos menores, mellizos de 14 años) se quedarán en Plasencia. "Me va a tocar hacer kilómetros, como en la mili", bromea. El también prefiere ver el vaso medio lleno y asegura en "ningún momento" se planteó pedir la baja voluntaria a pesar del traslado. "Lo principal es que sigues manteniendo el puesto de trabajo".