De un plumazo la mayor parte de la riqueza natural de Cañaveral ha quedado reducida a cenizas. El incendio que la pasada semana arrasó casi 2.000 hectáreas de vegetación cerca del municipio ha destruido un rico hábitat y ha costado la vida a ejemplares de especies como el buitre negro.

El Grupo Ecologista de Cañaveral (GECO) ya ha constatado la dimensión de la tragedia. "No ha quedado nada", afirma José Portero Bernal, secretario del colectivo. El ha recorrido el terreno afectado, con especial atención a la zona de El Caño. "Antes era una maleza casi impenetrable y ahora es una llanura desértica", explica. Allí ha verificado los peores presagios de la sociedad española de ornitología SEO/BirdLife, que aseguraba que las llamas podían haber afectado a varios nidos de buitre negro, alimoche y aguila culebrera existentes en un entorno declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) en el 2004.

"Los dos nidos de buitre negro que controlábamos están carbonizados y hallamos restos de los huesos de las crías". Mejor suerte corrió la prole de una pareja de alimoches, que desde el pedregal donde se refugiaban sobrevivieron a las altas temperaturas y el humo. En GECO aclaran que es difícil saber si la población de rapaces ha sufrido más bajas.

Portero asegura que pensaron en realizar una operación para evacuar a las crías, "pero era muy peligroso". Además, denuncia que se ha pasado por alto el valor ecológico de la sierra, para cuya protección demandaron medidas tras los incendios registrados en la zona en el 2003.

Ahora solicitan el compromiso de las Administraciones con un paraje que ornitológicamente consideraban "espectacular", con alcornoques centenarios y catalogado como zona favorable en el Plan de Recuperación del lince. "El Caño puede recuperarse en cinco años, porque es una zona húmeda; el resto tardará 20 o 30", señala tras comprobar que ese ecosistema es ahora un páramo cubierto por una capa de ceniza de casi 10 céntimétros de espesor.