Varias comarcas de Extremadura tienen ya la etiqueta de ‘desierto demográfico’ por su escasa densidad de población, los municipios más pequeños pierden habitantes cada año y el entorno rural se muere poco a poco. No es un problema nuevo ni exclusivo de Extremadura, pero sí es reciente la reivindicación de esos territorios que han alzado la voz para reclamar que ser pocos no les arrebate derechos (y servicios). El movimiento de la España Vaciada, asentado ya en regiones como Aragón y Castilla y León, busca crecer ahora en Extremadura. «Es descorazonador que a las movilizaciones que se han organizado hasta ahora apenas haya acudido gente de Extremadura», se lamenta Fernando Pulido (Torrejón el Rubio, 1970), que aglutinará la voz ante España Vaciada de Cáceres se Mueve, Milana Bonita, Pasarón Merece y el Movimiento Rural Cristiano de Badajoz, los cuatro colectivos de la región que están por el momento entre el centenar que tratan de impulsar este movimiento por todo el país. El objetivo inmediato: que la voz de los extremeños también suene alto.

--¿Que supone liderar la España Vaciada en Extremadura?

--Más que liderar, se trata de impulsar algo que en otras comunidades autónomas está ya muy asentado y que en Extremadura no hay aún. El movimiento estatal tiene más de un centenar de plataformas, y de ellas hay cuatro en Extremadura (Cáceres se Mueve, Milana Bonita, Pasarón Merece y el Movimiento Rural Cristiano de Badajoz) que estamos intentando que crezcan, que trabajen unidas y que atraigan a más colectivos. Damos el paso para que en Extremadura haya una cohesión en las actuaciones. Porque es muy triste que cuando en Extremadura se hace un llamamiento para protestar contra la despoblación, como hicimos en marzo, apenas vaya gente. Parece que el problema de la despoblación no va aquí con la ciudadanía. Y es un problema muy grave.

--Pero Extremadura pierde población tanto en le ámbito rural como ya en las ciudades.

--Es gravísimo, aunque la ciudadanía no sea consciente aún de ello. De hecho en Extremadura hay ya tres comarcas que están por debajo de 8 habitantes por kilómetro cuadrado y que por tanto están tipificadas como desierto demográfico, según los estándares europeos. Son las Hurdes, Sierra de Gata y la zona de Valencia de Alcántara. Y hay otras zonas que están a punto de entrar en esa consideración. Mirando los mapas y las estadísticas de población, Extremadura entra ahí perfectamente, pero la ciudadanía parece que aún no lo percibe.

--Quizás el hecho de que los principales afectados, la población de las zonas rurales, se estén yendo, dificulta que se tome conciencia del problema.

--Sin duda. Además, seguro que la gente que se está yendo es la que más iniciativa tiene y eso hace que el tejido interno se vaya debilitando. Pero ojo, que el problema lo es desde hace décadas, solo que ahora ha tomado impulso y está en la agenda política, que es algo que antes no sucedía.

--¿Estamos llegando a un punto de no retorno?

--Exactamente es eso. La pérdida de población viene de los años 60. No se ha dejado de perder población desde entonces y muchos pueblos ya no pueden soportar más la pérdida de habitantes. Parece que siempre somos un millón de habitantes, pero la cuestión es cómo están distribuidos y el problema es que cada vez están más concentrados.

--Si está más o menos claro el diagnóstico ¿cuál es la solución? ¿por dónde hay que empezar?

--Lo que hace falta ya es un posicionamiento político que haga que en España este problema sea prioritario, y eso significa que otros problemas que parece que son prioritarios y que a lo mejor no están afectando a tanta gente, se dejen a un lado. La despoblación está causando que la gente que vive en el ámbito rural tenga menos derechos por el hecho de ser pocos. Pero estamos hablando de millones de personas de 30 provincias básicamente del interior, que están sufriendo una pérdida de servicios.

--Se refiere al hecho de que cierran colegios, faltan médicos, los bancos cierran porque no son rentables las oficinas rurales... ¿Cómo se revierte todo eso?

--La prestación de esos servicios básicos es una prestación necesaria, pero no es suficiente para corregir el problema. Hace falta también un cambio de mentalidad que a gran escala debe estar dirigida a la obtención de resultados. Hay que formar a la gente de los pueblos en innovación, en las nuevas formas de moverse y de comercializar productos.

--De Europa han llegado millones y millones a través de distintos tipos de fondos destinados a estrechar la distancia eentre el ámbito rural y el urbano ¿no ha funcionado?

--Si a pesar de esa lluvia de fondos no solo no se ha conseguido estabilizar la población, sino que se ha seguido perdiendo, algo no funciona. Es un hecho que hay un interés de la gente por vivir en zonas urbanas, y no lo podemos ignorar. Pero es cierto también que esos fondos están dirigidos a crear servicios e infraestructuras, pero no proyectos capaces de generar empleo. Y al final toda solución tiene que pasar por crear empleo de verdad, no empleo subvencionado, porque si no tengo trabajo, me voy. Ahora llegan los fondos europeos, que llegan a espuertas y se consumen. Y no se trata de que la gente de los pueblos sea capaz de gastar esos fondos, sino que sea capaz de multiplicarlos con un tejido productivo.

--A nivel autonómico, se ha creado la primera dirección general dedicada a la población ¿es suficiente?

--Es un avance. Es un primer paso que tenemos que ver cómo se orienta para que contribuya a cambiar la realidad y si se dota de presupuesto y de contenidos. Pero junto a eso, hay que organizar y aglutinar ese sentimiento de abandono que está provocando que pueblos de las Hurdes, por ejemplo, puedan desaparecer en una o dos décadas.

--Aplaude que la despoblación esté en la agenda política ¿no teme que se convierta en arma arrojadiza entre los partidos?

--Existe siempre ese riesgo y tenemos indicios de que ya ocurre. Por eso es importante que los que sufren el problema tomen la iniciativa.

--¿El futuro de las zonas rurales pasa por la digitalización?

--De eso depende mucho el teletrabajo que es una de las opciones de supervivencia en los pueblos. Con el Proyecto Mosaico en la Sierra de Gata estamos viendo que hay una atracción de nuevos emprendedores de zonas urbanas que quieren estar en los pueblos. Estamos hablando de cientos de iniciativas que no cuajan porque les faltan dos o tres servicios clave y uno de ellos es una buena conexión de internet. Pero hay otros, como la vivienda o la escolarización.

--Sorprende ese problema de la vivienda.

--No hay un mercado para que el neorrural se instale porque los pueblos siguen siendo el sitio de residencia de fines de semana. Llega el domingo y aquello parece que resucita.

--Habla del Proyecto Mosaico, que surgió a raíz del incendio de Gata y que coordina usted ¿los grandes incendios son también una consecuencia de la despoblación?

--Sin duda. La pérdida de población implica pérdida de actividad agrícola y ganadera y eso supone que el monte se llene de combustible. Así es muy difícil que deje de haber incendios.