La Guardia Civil mantiene una lenta tendencia aperturista. Tras el visto bueno a la convivencia de las parejas de homosexuales en las casas cuartel, el director general de la Benemérita, Santiago López Valdivielso, ha anunciado la elaboración de una ley que regulará los derechos, libertades y deberes de los agentes de este cuerpo. Esta reforma legal acabará con los arrestos disciplinarios, pero también contempla el reconocimiento del derecho de asociación que pueden tener sus miembros.

"Un paso adelante", según han reconocido en la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) en Extremadura aunque aseguran que este tipo de medidas no son tan bien vistas entre todos los estamentos de la Benemérita. "El director general ha mostrado muchas veces su apoyo a que haya asociaciones en la Guardia Civil, pero es un cargo político. En esta decisión habrá muchas presiones, sobre todo de los altos mandos", aseguran.

Para muchos de sus agentes, la Benemérita sigue anclada en los principios que llevaron a su creación como el primer cuerpo de seguridad pública, de ámbito estatal, surgido a poco de comenzar el reinado de Isabel II en España. Una idiosincrasia basada en una fuerte disciplina, capacidad de sacrificio, espíritu benemérito y lealtad, pero que choca con los derechos que sus agentes consideran que les deben ser reconocidos como empleados públicos.

La Guardia Civil cuenta en la actualidad con una plantilla que ronda los 70.000 hombres, de los que un millar se encuentran destinados en los cuarteles de la región extremeña. Según los datos de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, en Extremadura están asociados la mitad de sus agentes aunque aún existe temor a posibles represalias.

"Ultimamente tenemos más solicitudes. Los compañeros se dan cuenta de que no se van a comer a nadie por asociarse pero muchos tienen miedo a que por dar este paso puedan perder los ´destinos cómodos´ que les tienen asignados", señalan desde la AUGC en la comunidad.

Después de más de 150 años de historia, muchos confían que los reiterados gestos ofrecidos por el director general acaben consolidando la imagen de una nueva Guardia Civil que modernice los principios que el Duque de Ahumada impuso a este cuerpo allá por 1844.