No es nueva la fijación de los políticos nacionalistas catalanes con Extremadura. Ocurría en la época de Rodríguez Ibarra , con constantes choques con Jordi Pujol e incluso con Maragall , y se suavizó con Guillermo Fernández Vara , cuyo gobierno coincidió casi en su totalidad con segundo tripartito, el de Montilla , poco dado a los exabruptos. Ahora, con Artur Mas en brazos de Esquerra en su loca huída hacia adelante, se recupera el toma y daca entre Barcelona y Mérida, a cuenta, como siempre, de la financiación.

ESTA SEMANA, sin ir más lejos, el Molt Honorable Senyor decía en TV3 que su homólogo extremeño "vive en el mejor de los mundos" y que "Extremadura es una autonomía subsidiada por todos sitios, que ha recibido fondos de todos sitios y que se permite el lujo de bajar impuestos", a lo que José Antonio Monago le respondía que es el catalán el que "vive mejor que los patos de Castelar", en alusión al parque de Badajoz "donde los señores les llevan el pienso todos los días para que los patos no tengan ni que volar para comer", y recordaba los privilegios que tendrá Mas como ex president, justo los que en Extremadura se van a derogar con el Estatuto de Cargo Público.

MAS ALLA de la comparación con los patos, que por cierto, están encerrados en su estanque tras una alta valla para que no se escapen (cuidado con el paralelismo), las palabras de Mas esconden por dónde puede ir el futuro de la financiación autonómica. Pedro Escobar lo viene avisando desde hace semanas: "Cuidado con la imagen que damos de ir de sobrados bajando impuestos, porque en la negociación de la nueva financiación autonómica puede ser devastadora".

Y NO LE FALTA razón, porque el melón está a punto de abrirse y en las primeras escaramuzas de la guerra de la financiación ya hemos salido perdiendo, como siempre. El miércoles, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, se acordaba ceder el impuesto de Patrimonio a las comunidades autónomas, con el lógico beneficio para aquellas que más recaudan, Cataluña, y el perjuicio para las que menos, Extremadura, y sobre todo, para las que dejaron de cobrarlo, Madrid, a la que no le quedará otra que envainársela y empezar a recaudarlo. Eso, o dejar de protestar por una financiación injusta.

EL CONSEJERO de Economía, Antonio Fernández , defendió en Canal Extremadura Radio que el impuesto de patrimonio siga siendo estatal, y que "sirva para corregir desigualdades", de tal forma que lo que se recaude en todo el país se reparta "entre las distintas autonomías en función de las necesidades que tengan cada una de ellas". No parece que vayan a ir por ahí los tiros, lamentablemente. Y es que esta decisión de Hacienda sobre el Patrimonio puede ser la primera de otras, en el sentido de seguir cediendo tributos a las comunidades autónomas, con el lógico agravio a la solidaridad interregional. Si cada comunidad se queda lo que recauda en su territorio, se consolidará la España de las 3 o 4 velocidades, en las que unas regiones avanzan mucho y otras o poco o nada. Y esta tendencia no es de ahora.

OCURRIO ya bajo los gobiernos de González y Aznar , y se repitió con Zapatero . Felipe González aprobó en 1993 la cesión del 15% del IRPF a las comunidades autónomas, con la oposición de Rodríguez Ibarra, para conseguir el voto de CIU en su investidura. 3 años después era Aznar el que necesitaba el voto de Pujol, y aumentó del 15 al 30% la cesión, que se ampliaría en 2001 al 33%, y de ahí al 50% en 2010, ya bajo el gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿Qué hará Rajoy? El presidente tiene ante sí un reto mayúsculo con la consulta catalana, y pocas vías para el acercamiento que no tengan que ver con la única reclamación material de Mas: una mejor financiación para Cataluña. Básicamente, hacer frente al "España nos roba" consiguiendo que los impuestos de los catalanes reviertan sólo en Cataluña. O lo que es lo mismo, adiós al principio de solidaridad...

ASI TERMINA el año, con las dos preguntas que Mas "pensó él sólo en el Día de la Constitución (¿?)" encima de la mesa de ERC y sin que el president quiera (ni pueda) dar marcha atrás. No retrocederá voluntariamente, porque sería adelantar su muerte política, no muy lejana por cierto, y la única salida que le queda es que Rajoy le frene, y si puede ser, en seco. Ocurre lo mismo en el parque de Castelar. Los patos no vuelan porque no pueden, aunque siempre podrán decir que no lo hacen por las vallas que les rodean...