No son ni las piramides de Gizeh, ni los jardines colgantes de Babilonia, ni el templo de Artemisa en Efeso, ni la estatua de Zeus en Olimpia, ni el Mausoleo de Halicarnaso, ni el faro de Alejandría, ni el Coloso de Rodas. Tampoco son el Cinchén Itzá de Yucatán, el Coliseo de Roma, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, ni la Gran Muralla China, ni el Machu Pichu de Perú, ni las ruinas jordanas de Petra ni el Taj Mahal de India. No, ninguna de las cuarenta obras y lugares de España declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco forman parte del listado de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo ni del mundo reciente. Pero su valor está ahí y para reivindicarlo la editorial JdeJ acaba de publicar una guía con una amplia y detallada información sobre todas ellas.

La obra invita a pasear por la Barcelona de Gaudí, por la Alhambra de Granada, por Atapuerca, el Palmeral de Elche y el Parque Nacional de Teide, a recorrer la catedral, el alcázar y el archivo de Indias de Sevilla e incluso a realizar el Camino de Santiago. También pasa por Burgos, El Escorial, Toledo, Salamanca, Doñana o el Monte Perdido. Y en ese abanico de casi medio centenar de escenarios mágicos se cuelan tres de los tesoros de Extremadura: el Centro Histórico de Cáceres, el Conjunto Arqueológico de Mérida y el Monasterio Real de Santa María de Guadalupe.

"Cáceres cobija tras sus murallas el más importante conjunto renacentistas de arquitectura civil y religiosa sobre suelo español", destaca el editor, Javier de Juan. Y tras hacer un recorrido histórico y monumental por la ciudad --con imágenes de la plaza de Santa María, del escudo la Casa de los Solís, del arco de la Estrella, del aljibe del Palacio de las Veletas, una panorámica del casco antiguo, una fotografía del palacio de los Golfines y otras dos de la estatua de San Pedro de Alcántara y de la imagen de la Virgen de la Montaña-- se detiene en la gastronomía: "La cocina cacereña tiene una raigambre y un carácter marcadamente rurales, y entre sus especialidades pueden citarse las sopas de poleo, las sopas de canas, las migas, el frité de cordero o cabrito, la caldereta, el gazpacho y el embutido de cerdo locales".

Pero no se queda ahí. La guía apunta que "quien busque bullicio y tapeo de calidad puede partir de la plaza Mayor y deambular por los alrededores", un apunte turístico al que agrega todo tipo de información sobre festejos, direcciones web, transportes, oficinas de turismo y datos de monumentos y museos.

Antigüedad y modernidad

Ocho páginas, igual que a la capital cacereña, dedica la editora a Mérida. Destaca su conjunto arqueológico romano con imágenes del templo de Diana, del teatro, del museo o del puente romano. "La Mérida actual se ha convertido en una urbe moderna capaz de conjugar con holgura las prioridades y demandas de una ciudad de servicios con las que reclama su monumental pasado", subraya el editor. Tampoco ignora su gastronomía ("el gazpacho, el ajoblanco, la ternera retinta a la pimienta, la sopa de tomate, las tortas de barro con collejas o la cardincha de paleta de borrego") ni su ocio ("Mérida se ha relanzado en las dos últimas décadas y ha hecho de su capitalidad extremeña y de su espectacular patrimonio romano un motor de crecimiento").

Y termina el recorrido por las 40 maravillas españolas declaradas Patrimonio de la Humanidad con Guadalupe, tercer tesoro extremeño recogido en la obra y al que se refiere como "foco de devoción mariana en Extremadura y ultramar". Así, define a su monasterio como "grandioso" y subraya que "durante el Renacimiento el cenobio fue un importantísimo foco cultural, con prestigiosas escuelas de medicina y cirugía y con una de las más ricas bibliotecas".

Según el poeta Antonio Gala, que realiza el prólogo del libro, "el que tenga esta guía en sus manos tendrá entre ellas la España más universal. Una unión costosamente lograda --a través de milenios-- de gentes, tipos, ideologías, climas, etnias, paisajes y actitudes no solo distintos, sino contrapuestos".