Pedro Llanos es uno de los afectados por la crecida del río Guadámez. Posee una finca de 60 hectáreas entre Don Benito y Valle de La Serena y asegura que el agua se ha llevado por delante la mitad de su cosecha de cereal. "Esto es ruinoso, no levantamos cabeza: o hay sequía o tenemos exceso de agua", se lamenta Pedro, que también es ganadero. Según explica, el río Guadámez atraviesa un kilómetro y medio de su finca y cada vez que llueve, se da el mismo problema: el cauce crece y arrasa con todo a su paso, hasta un cercado de hormigón que ha tenido que levantar en varias ocasiones. El agua también arrastra la cubierta vegetal de la finca y por ello, incluso tiene que llevar tierra para rellenarla después. "Cada vez que sube el río se lo lleva todo y después ya solo quedan piedras y cascotes", asegura.

Pedro se lamenta porque además de encharcar las cosechas de trigo, cebada y avena que ya no le da tiempo a sembrar de nuevo y las partes bajas de su olivar, la crecida del río le impide invertir en mejoras tecnológicas para su parcela. "La presa del Golondrón sería la salvación, no solo mía, sino de toda la comarca porque hay más afectados e incluso por los caminos públicos es difícil transitar", concluye.