Pepe Mayoral también lleva "toda la vida" trabajando en el campo, salvo unos meses que emigró en Alemania. Eso le aporta en torno al medio siglo de vida de experiencia para analizar qué ocurre con el precio de la tierra, cuya caída achaca sobre todo a la falta de rentabilidad de los cultivos, más que a la crisis. Contacto habitual además de corredores de tierras y susceptibles compradores y vendedores (él mismo es uno de los pocos que se ha animado, con el resto de miembros de la explotación familiar que gestiona, a adquirir recientemente una finca) confirma la paralización del mercado.

"La demanda ha bajado mucho y esto provoca una caída muy fuerte de los precios, solo las fincas de muy buena calidad mantienen su valor y hay variaciones muy grandes de unas a otras", detalla. Eso provoca un parón del mercado especialmente acusado "en los últimos cuatro o cinco meses", asegura añadiendo que "la gente está muy desilusionada".

A esa sensación, continúa, se suma la incertidumbre por el precio de los productos. "Los cereales se han abaratado muchísimo, yo creo que por la reducción de la cabaña ganadera, y por ello este año se ha sembrado más tomate, lo que ha provocado también su rebaja", comenta preguntándose "¿quién se anima a meterse en el negocio con este panorama que estamos pasando".

Juan José reconoce que su reciente compra de una finca aledaña a su explotación (en total, gestiona unas 500 hectáreas con sus familiares) es una excepción, que vincula a ser "un poco enreda" y al intento de unificar las tierras, "que es como son medianamente rentables", así como al menor interés al que ahora están los préstamos. Sin embargo, no se atreve a predecir cómo evolucionará el sector.