"En La Fontañera hay un bar que aún sigue abierto para los 27 habitantes de esta aldea fronteriza. Allí jugaba la partida un señor que tenía un perro contrabandista. Cinco o seis veces al día le ponía dinero en el collar y lo enviaba a Os Galegos (Portugal), donde recogían el dinero y le colgaban a los costados dos paquetes de café que el perro llevaba al bar del otro lado".