Una investigación de la Uex, del grupo de aprovechamiento integral de recursos biomásicos y energías renovables, ha creado un filtro biomásico para mejorar la calidad del agua. Está financiado por el Ministerio de Educación y por la Junta de Extremadura que le concedió a una de las profesoras que integran el grupo, Silvia Román, dos proyectos.

El filtro es de carbón activado y ha sido fabricado a partir de cáscara de pistacho realizado mediante la hidrocarbonización, un proceso más sostenible y que tiene especial cuidado con el medio ambiente, que se basa en la trituración y disposición en condiciones homogéneas de la biomasa para introducirlos en agua, luego someterla dentro de un reactor a un calentamiento moderado de hasta 250 grados centígrados y, si el reactor está bien cerrado, se crea una presión, que da lugar a una degradación de esa biomasa para enriquecerse en carbono, por lo que el contenido de carbono de esa biomasa será cada vez más grande. El uso de los elementos biomásicos asegura la sostenibilidad ambiental de la técnica. «Es como si fuese una esponja» o «una jarra filtradora de agua», explica Silvia Román.

La selección del pistacho responde a dos cuestiones, por su durabilidad y porque el cultivo de este fruto en Extremadura estaba desbordado. Además, habían trabajado anteriormente con materiales parecidos: nueces, almendras, hueso de cereza, aceituna, melocotón... El grupo quiere resaltar el proceso realizado hasta llegar al producto final, ya que es lo novedoso del proyecto y lo que les distingue.

Este estudio se realiza desde hace unos 20 años, según señaló Silvia Román, que lleva 12 en esta investigación. Desde entonces cuidan mucho la técnica, procuran utilizar materiales buenos, pero su fin es mejorar el proceso para que sean más sostenibles, que no generen residuos, que energéticamente no sean exigentes y de bajo coste. El equipo de investigadores es bastante amplio y multidisciplinar, pero el grupo que se dedica a la biomasa pertenece al departamento de Física Aplicada de la Facultad de Ingenierías Industriales.

La iniciativa pone su atención en la biomasa húmeda, como el camalote, una especie invasiva que supone un problema en Extremadura. Además, el equipo ha trabajado con los residuos del procesado del tomate, «residuos húmedos que no son fáciles y las empresas los tienen que gestionar porque crean muchas enfermedades y plagas». Como experimento, a través de este proyecto, han limpiado el agua de ciertos compuestos orgánicos, especialmente de cafeína, considerada un contaminante emergente y perjudicial, concluye Román.