La tecnología ofrece un lado humano cuando vienen mal dadas. Es el caso de lo que está ocurriendo en el Centro Ocupacional de Plena Inclusión Don Benito, donde sus usuarios, personas con discapacidad intelectual, se han refugiado en un doble grupo de WhatsApp para mantener su actividad física durante estas semanas de confinamiento.

«Hago mucho deporte por la mañana. Me apunté a unas clases de kick-boxing en Miajadas y me gusta mucho pegarle al saco, que lo compramos en el Decatlon». Lo cuenta con naturalidad Estefanía, una joven de Alonso de Ojeda, pedanía de la localidad miajadeña.

No se les suele dar voz cuando se habla sobre ellos, pero sí que expresan ideas bien claras... no exentas de humor: «A veces les hago el favor a los profesionales [a los monitores]. Si necesitan algo, estoy para ayudarles. Estoy a tope allí. Me han dicho que yo soy la jefa». Estefanía Pacheco también ha hecho en las últimas semanas un curso de cocina y oye música y baila por las tardes.

Es solo el botón de muestra de lo que está ocurriendo alrededor de los centros ocupacionales de la comunidad, que se cerraron a raíz de la crisis sanitaria. Solo se mantuvieron abiertos los residenciales, lo que suponía que cientos de personas con discapacidad se veían despojados de una actividad que para ellos es fundamental.

«Todo se quedó en el aire. Teníamos que hacer algo si esto iba a durar mucho tiempo. El deporte les sirve para desconectar y se nos ocurrió grabarnos y compartirlos», afirma Antonio Flores, el director del centro, que califica la respuesta de los chicos como «increíble».

En dos grupos distintos --uno para quienes tienen manejo propio con el teléfono móvil y otro en el que son los familiares los que hacen de mediadores--, son 45 en total las personas que están siguiendo estos entrenamientos ‘online’. Están dirigidos por los monitores Óscar Cuesta y Justo Muñoz. Primero son ellos los que se graban haciendo un determinado ejercicio y después sus alumnos les imitan haciéndolo y compartiéndolo. Lo mejor es quizás cuando todos comentan. Por la misma vía también se lanzan recomendaciones de vida sana, que va desde la alimentación a que traten de tomar el sol.

Para darle un cariz muy inclusivo, también han participado como ejemplos deportistas de la zona como María Morcillo, el entrenador de triatlón Sergio Moreno, el de atletismo Paco Mora y los profesores Sergio Martín y Juan Manuel Hidalgo. «Es una forma de motivarles con gente nueva», razona el monitor Cuesta. «Yo no les conozco mucho, son majos y me gustan». Lo dice otra de las usuarias, María José Fernández. Su padre, Antonio, asume que «si no se les pone fácil, muchos tienden a ser pasivos. Esto es algo que les viene muy bien». Y es que los propios progenitores han terminado grabándose también y exponiéndose, lo que Cuesta llama «cerrar nuestro círculo perfecto».

María José, confinada en Campo Lugar, en la comarca de Miajadas-Trujillo, destaca que lo mejor son las risas: «¡Es que algunos dicen muchas tonterías!». Y parece concienciada de lo que muy está sucediendo desde mediados de marzo. «Como ahora no podemos salir, hay que estar aquí. Me esfuerzo porque tenemos que hacer ejercicio, unos más y otros menos», suelta.

No lo dirá por Miguel Ángel Mimbrero. «Hago abdominales, flexiones, ejercicios de espalda y pecho y quiero aumentar el brazo y el hombro. Por la tarde me gusta hacer boxeo al aire. Y salto, salto mucho. Los martes corro 35 minutos por el patio. Al final te acostumbras y ya no es tan aburrido hacerlo allí». Y eso que él no ha estado confinado durante la mayor parte del tiempo, ya que por las mañanas ha continuado trabajando en Minusval, una empresa de Don Benito, «cortando tablas para hacer palets». También se está sacando el carnet de conducir.

El deporte como vehículo

Para Cuesta, el deporte «no es solo objetivo, sino vehículo, porque puedes inculcar ideas interesantes. Este trabajo no solo se circunscribe no solo a los usuarios, sino también a las familias. Estamos muy contentos que hagan la actividad, independientemente de cómo la hagan. Que les ayude a pasar la alteración de su rutina. Les hemos creado un espacio para que cojan lo que necesiten».

Lo importante es «saber explicarles las cosas, qué público tenemos, qué esperan de nosotros, adaptarles la información. Que tengan una actitud positiva ante el aislamiento social, que ya va haciendo mella». También hay otros grupos de WhatsApp sobre temas diferentes, como uno llamado «Mujeres valientes».

Monitores y usuarios se echan de menos, por mucho que haya cobertura. «¡Es más divertido en el centro!», coinciden Estefanía y María José. «Existe un vínculo muy especial con ellos después de tantas horas juntos durante muchos años. Para nosotros ha sido complicado gestionar este proceso. También nos ayudan ellos a nosotros. No hay una sola dirección en esto», remata su monitor. Ya queda menos para reír todos todos juntos.