¿Imaginan Extremadura sin dehesas? Quizás muchos no, pero algunos científicos ya han comenzado a dibujar escenarios futuros en los que la población de encinas en la región sería mínima. Casi residual. Y el culpable, una vez más, es el cambio climático.

El Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), institución en la que participan la Universidad de Alcalá de Henares y el Ministerio de Medio Ambiente, acaba de publicar el Informe Sostenibilidad en España 2007 . Una de las conclusiones más llamativas de este estudio es la que habla de la reducción, de hasta el 90%, de la superficie probable de extensión de la encina en España para el año 2080. Esto supondría un notable impacto en la región, donde su área de distribución potencial quedaría reducida a pequeños núcleos en el norte de la comunidad y en la zona de Los Ibores y Las Villuercas.

"Los resultados de los modelos bioclimáticos de distribución de los árboles para el futuro muestran una reducción en el área de todas las especies. La evolución prevista desde el presente hasta el 2080 es de una pérdida de hábitat potencial", explican los autores del documento, que avisan de que en algunas especies como la encina, el pino salvaje o el quejigo puede suponer la práctica desaparición de su zona de extensión.

SIN DRAMATISMOS Sin embargo, algunos expertos consideran que estas previsiones son demasiado catastrofistas. "Hay que desdramatizar y ser menos alarmistas ya que se trata de probabilidades de ocurrencia y, sobre todo, hacen referencia a la superficie potencial de ocupación, que no es la real", avisa Felipe Leco, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Extremadura. "Las encinas, u otras especies, pueden ocupar unas áreas que por sus características edafoclimáticas permite su desarrollo, pero eso no significa que en todas esas áreas las haya", apunta.

En este sentido, recuerda que si hay algún aspecto que caracteriza mejor a los encinares es su enorme capacidad de adaptación, "con una facultad asombrosa para adaptarse a modificaciones climáticas".

Eso sí, para Leco la dehesa sufre un importante problema, que es el envejecimiento. "En esta situación, son menos resistentes y flexibles ante cambios climáticos, pero este problema ni mucho menos hará que desaparezcan gran parte de nuestros encinares", indica.

Pero el informe del Observatorio de la Sostenibilidad va más allá: a lo largo de este siglo Extremadura puede ver reducida su capacidad de producir biomasa hasta en un 24% por las modificaciones en la cantidad de radiación solar, la temperatura y la disponibilidad de agua y compuestos minerales del suelo. Esto la convertiría, junto Andalucía y Baleares, en una de las regiones más afectadas por el cambio climático.