El precio del gasóleo agrícola se ha encarecido alrededor de un 30% en el último año. Entre finales de los meses de octubre del 2017 y del 2018 el coste medio de este carburante ha pasado de 0,696 a 0,886 euros por litro, lo que supone un alza del 27,3%, de acuerdo a los datos facilitados por la organización agraria COAG. Con cifras en su mayor parte de esta misma semana, el Geoportal de Hidrocarburos del Ministerio de Industria recogía ayer niveles todavía superiores, con 37 estaciones de servicio en la región (15 en la provincia de Badajoz y 22 en la de Cáceres) que están despachando el litro de este combustible por encima de los 0,95 euros. Y en varias de ellas se ha alcanzado o sobrepasado la frontera del euro.

Este repunte de las últimas semanas ha llegado en plena campaña de siembra de cereales de invierno o de la de recogida de aceituna de verdeo y con la de aceituna de almazara en ciernes. «El agricultor que vaya a hacer una siembra de cereal ahora, que es cuando más consumo tiene que asumir, se está encontrando con unos costes altísimos», incide Juan Moreno, presidente de COAG Extremadura. Para una «explotación pequeña», con un consumo anual de «unos 3.000 litros» de gasoil, precisa Moreno, este encarecimiento se traduciría en unos 570 euros de sobrecoste.

Un mayor gasto que los profesionales del campo no pueden trasladar luego a los precios a los que venden sus productos, que para más dificultad en ocasiones varían en sentido opuesto. «El aceite de oliva ha bajado un 30% en el último año, la uva lo ha hecho un 15%, el precio de la fruta está por los suelos, y si es el del maíz o el del arroz, tenemos niveles de hace cuarenta años», sostiene.

Ignacio Huertas, secretario general de UPA-UCE, coincide en que esta subida llega «en un pésimo momento, porque este es uno de los periodos en los que más maquinaria utilizamos y eso supone un mayor consumo de gasóleo». Según los cálculos de esta organización agraria, en el último año el encarecimiento ha sido de 17 céntimos por cada litro. Si la comparación se realiza con el 2016 —si bien es cierto que ese ejercicio fue especialmente bueno en lo que al coste de los carburantes atañe—, el auge es del 38%. «El principal problema que tenemos los agricultores con las subidas de este y de otros costes de producción es que luego no podemos repercutirlas en los precios de nuestras producciones por la dificultad que tiene el sector agrario a la hora de negociar», argumenta. Al final, lo que se produce es una pérdida de renta de la explotación. «No somos capaces de imponer precios ni en lo que vendemos ni en lo que compramos», resume.

Así las cosas, el coste del gasóleo agrícola se va acercando peligrosamente a sus niveles más altos, alcanzados en el 2012 (ese año acabó registrando una media anual de 0,99 euros). «El gasoil va subiendo día a día. Si no se le pone tope, va a llegar a su máximo, de 1,12 euros por litro», vaticina Juan Metidieri, presidente de APAG Extremadura Asaja. «Tenemos los insumos cada vez más elevados y los precios se mantienen congelados o bajan», lamenta. Un castigo más para unas explotaciones agroganaderas cuya «rentabilidad está al límite».

Desde el 2001 (cuando se estaba por debajo de los 42 céntimos), y hasta la fecha, el precio de este combustible se ha multiplicado por más de dos en España, un sobrecoste total que esta organización estima que supera los 45 millones de euros solo en la comunidad autónoma.

TAMBIÉN LOS FERTILIZANTES / El precio de los principales fertilizantes está también vinculado al de los combustibles fósiles (los costes de fabricación están íntimamente ligados al gas y el petróleo). El encarecimiento «se ha notado ya en esta sementera. Los abonos han tenido una subida, aunque no excesiva, de unos tres céntimos por kilo», apunta Metidieri.

«En algunos fertilizantes el precio del petróleo tiene incidencia pero en otros no», puntualiza por su parte Huertas, quien achaca también este hecho a que las empresas tratan de aprovechar que la última campaña de cereales «ha sido positiva en España» para «dar una vuelta de tuerca más».

Desde los colectivos profesionales agrarios se han puesto encima de la mesa posibles medidas que palien el efecto de estos sobrecostes para los agricultores y ganaderos, como recuperar la reducción del 35% de la facturación de gasóleo en el IRPF y del 15% en plásticos y fertilizantes, que el Gobierno retiró hace dos años.

El alza de los combustibles ha venido derivada de la evolución del petróleo, una vez que los barriles de crudo de referencia, tanto en Europa como en Estados Unidos, llegaron a inicios de octubre a sus máximos desde el 2014. Con todo, desde entonces el aumento del bombeo de crudo por parte de Arabia Saudí y Rusia ha presionado a la baja los precios, que se han situado en el nivel más bajo desde abril, lo que parece haber frenado, al menos de momento, la escalada de los carburantes.