Me voy a Alemania. Dicho así, no suena muy impresionante, uno más. Pero para mí es todo un acontecimiento. ¡Me voy a Alemania! Ese lugar que sale tanto por la tele, que ocupa tanto tiempo en los telediarios, que nos está haciendo, supuestamente, tanto la puñeta.

¿Por qué me voy a Alemania? Ya conocen la frase de Ortega y Gasset , "yo soy yo y mis circunstancias". Y mis circunstancias son que acabé la carrera de Periodismo hace dos años, el Máster hace uno y el título de inglés hace seis meses, por lo que me he quedado sin cosas que estudiar. Así que ahora me toca trabajar. Pero supongo que saben cómo están las cosas, los titulares que no ocupa Merkel los copa la crisis, y muy a menudo ambos suelen ir acompañados. Por ello, después de un año en Madrid trabajando como 'freelance' para algunas revistas, he decidido hacer de mi capa un sayo y marcharme a probar suerte a Alemania. Más concretamente, y para seguir con el cliché, a Berlín.

Tomé la decisión definitiva hace dos meses y desde entonces comencé a prepararme. Me pareció bastante sensato empezar por lo más básico: aprender alemán. Algunos de ustedes pensarán que ya podría haberme puesto antes, que lo llevo claro si pretendo vivir allí sin dominar la lengua de Goethe y zil . Tengo que decir en mi favor, como justificación, que muy pocos se atreven a memorizar palabras como 'durchhalten' si no tienen una buena excusa. Los mismos que me recriminaban no saber alemán me podrían decir que en realidad sí que hay mucha gente estudiando el idioma, que los periódicos cuentan que las academias de alemán están hasta los topes (la demanda en el instituto Goethe, el 'Cervantes' alemán, creció un 40% en 2011 y un 60% en 2012, según cita el Huffington Post). Yo, que en esto de discutir con personas imaginarias soy bastante ducho, les contestaría que, efectivamente, es cierto que ha habido un boom, pero que precisamente ha ocurrido a causa de una excusa bastante gorda: el paro y la perspectiva de emigrar.

XMI PASO PORx el cacereño colegio San Antonio me dejó haber estudiado alemán en la ESO, así que pude comenzar las clases directamente desde el segundo nivel. Y fue saliendo precisamente de una de mis lecciones cuando decidí cumplimentar el siguiente preparativo: abrirme una cuenta de ahorros, independiente de la corriente que tengo en España, para manejarme en Alemania. Me pareció una buena idea trasladar mis modestos ahorros del bote donde los guardaba a una cuenta real, por aquello de no llegar al aeropuerto de Berlín con un fajo de billetes en el bolsillo. Aunque, visto lo visto en Chipre (un país con el mismo número de habitantes que Extremadura), quizá me habría ido mejor dejándolo en el bote.

Una vez en el banco, el señor que me atendió me dijo que ese producto de simple ahorro no existía, que debería abrirme una cuenta de inversión y que, "si era valiente", podría jugármelo en Bolsa. Me marché farfullando para mis adentros que no hemos aprendido nada, que tenemos los bancos que nos merecemos y que nunca vamos a salir de la crisis.

A los dos días me percaté de que seguía necesitando la cuenta de ahorros y estaba convencido de que algo así tenía que existir, por lo que esta vez entré en el banco muy resolutivo y con instrucciones concisas. La subdirectora de la sucursal, que me atendió a instancias de que mis dudas fueran "cortitas", me ofreció una cuenta a priori gratuita, sin percatarse de que por ella me cobrarían 8 euros en concepto de algo que no comprendí. Me volví a marchar sin mi cuenta deseada, pero al menos esta vez no me fui de vacío. La subdirectora, que había visitado Berlín, tuvo a bien escribirme la dirección del restaurante donde se sirven las mejores salchichas de la ciudad.

A la tercera, y en otra entidad, fue la vencida. Y creo que con ello ya tengo todo preparado para marcharme a Alemania. Bueno, ahora que lo pienso, todavía me falta el piso y el tema de encontrar trabajo estable. Pero no me queda más espacio así que ese asunto lo dejamos para la semana que viene.

Por cierto, la palabra 'durchhalten' significa 'perseverar'.

@nachourquijo