La protesta y la indignación extremeña -que cada vez suena con más fuerza- por el deficiente servicio del tren sigue provocando reacciones fuera y dentro de la región. Las seis incidencias (falta de gasoil, problemas de frenos, retrasos de horas, traslados en autobús, viajeros en mitad de la nada...) ocurridas durante el puente del Pilar han vuelto a poner en el foco mediático la línea ferroviaria de la región y su complicada situación.

El primero en expresarse ayer fue el presidente de Renfe, Isaías Táboas, quien reconoció que la compañía «ha fallado a los ciudadanos por no haber sido capaz de hacer fiable el material para transportar a los viajeros». «Es muy grave y hay que pedir perdón», subrayó en una entrevista en la Cadena Ser. «Lo que pasa en Extremadura es una situación que se agrava respecto a la general», continuó. Para luego justificar: «Tras las averías está la descapitalización de los servicios públicos de los últimos años», en referencia al anterior gobierno popular de Rajoy.

Estas últimas incidencias han provocado que en Renfe se anunciaran dos ceses: el gerente de Servicios Comerciales Sur y el de Gestión y Contratos de Fabricación y Mantenimiento. Un intento de calmar la impotencia y la perplejidad tras un puente del Pilar calificado «de vergüenza». El PP lo ha calificado de «cortina de humo». Sobre estas destituciones, Táboas argumentó: «Nadie es el único responsable, pero sí lo somos de nuestras decisiones, de cumplir bien el trabajo».

A estas declaraciones del máximo representante de Renfe, respondió el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara: «Se agradece el talante pero que aquí perdona Dios y los sacerdotes. Lo que hace falta es que esto se resuelva». Aunque insistió igualmente: «Por primera vez alguien asume alguna responsabilidad de algo».

EN MÉRIDA / Vara dejó claro que «hay que hacer una nueva manifestación», pero que esta debe convocarse en el Pacto por el Ferrocarril (formado por partidos políticos, sindicatos y la patronal), que se reunirá el próximo lunes 22 de octubre. «Porque esto ya pasa de castaño oscuro. Este país tiene una seria deuda con esta tierra y debe saldarla», expresó. No obstante, evitó decir que apoyaría que la protesta tuviera Madrid como escenario, donde la repercusión sería mayor, como ya ocurrió el 18N. En principio se baraja que sea en Extremadura, siendo probable en Mérida, como ya ha pedido el sindicato UGT.

«CITA ELECTORAL» / Desde la plataforma ciudadana Milana Bonita, que fueron los primeros en protestar en la capital madrileña, insistieron en que no participarán en ningún movilización convocada por el Pacto por el Ferrocarril, «a pocos meses de una cita electoral». «Desde que el nuevo Ejecutivo tomó posesión, el pasado 2 de junio, ha habido casi dos incidencias diarias en el tren. El actual gobierno es responsable, pero ya también culpable. Igual de culpable y responsable que fue el gobierno de Rajoy y sus ministros de fomento», apostillaron.

Y ayer cerraba la ecuación el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien adquirió un compromiso etéreo: renovar «de inmediato» los trenes (las locomotoras) de la línea ferroviaria Madrid-Talavera de la Reina-Extremadura, aunque sin precisar una fecha concreta. Palabras y promesas que suenan a ese viejo cuento que, de sobra, ya conoce la región.

Es más, desde Renfe ya informaron de que se cambiarían 11 convoys de los más antiguos (pertenecientes a la serie S-598) entre agosto y finales de mayo de 2019 para evitar las averías que provocan los mayores retrados. De momento, el objetivo sigue sin cumplirse.

La promesa de Pedro Sánchez trascendió después de que Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha (comunidad que se ha unido a Extremadura en la reivindicación de un ferrocarril digno), se reuniera con él para exigir mejoras en el servicio ferroviario.

De momento, la única evidencia a corto plazo es el malestar y la impotencia de los usuarios.