Hasta última hora esperaron las empresas para presentar sus proyectos de energía eólica. Pasaban bastantes minutos de las dos de la tarde, hora tope, y seguían entrando cajas de documentación que terminaron ocupando un despacho entero de la Dirección General de Energía. En algunas podía verse cuál era la ubicación propuesta para los proyectos: Pinofranqueado, Montánchez, Nogales, Los Santos de Maimona...

La avalancha de propuestas responde también a la avalancha de molinillos y de inversiones que guardaban esas cajas: los más de 3.600 megavatios supondrían otros tantos aerogeneradores e inversiones que rondarían los 5.000 mil millones de euros además de la creación de más de 10.000 empleos.

Claro que esto no será en realidad así, según aclararon tanto Amigo como el director general de Energía, Alfonso Perianes. En primer lugar, existe un condicionante técnico, que impide que puedan amontonarse los parques, y que es el de las posibilidades de evacuación de energía, es decir, líneas preparadas para sacar la electricidad a la red de distribución.

En segundo lugar, está el condicionante económico. La eólica es una energía subvencionada, donde las empresas productoras tienen acceso a una prima por el volumen de energía producida, lo que constituye uno de los principales atractivos de las inversiones. Sin embargo, los recursos destinados al pago de estas primas por producir energía limpia no son ilimitados y el Gobierno debe repartir la cantidad disponible entre las distintas regiones y los productores interesados.

De hecho, las propuestas presentadas ayer en la Junta suponen multiplicar por 16 la potencia eólica asignada a Extremadura según el Plan de Energías Renovables estatal cuyo horizonte es el 2010.

Es de esperar que el Gobierno redefina este plan y asigne a Extremadura más de los 225 megavatios que estipuló en su plan. Sin embargo, por alta que sea la nueva asignación para la región, no es probable que se acerque, ni de lejos, a lo que han propuesto las empresas.