Nos pasamos la vida ocultando parte de lo que no nos gusta de nosotros. Y no deja de ser curioso. Entre nosotros y los demás hay siempre dos tipos de conversaciones. Las públicas que son las que sostenemos y por tanto compartimos. Yo contigo y tú conmigo. Hasta aquí, sin novedad. Pero por ser humano también tenemos conversaciones privadas. Son las que no sostenemos y por tanto no compartimos. Yo contigo y tú conmigo. Suelen ser juicios negativos que tengo sobre ti o aspectos que temo decirte por si te hago daño o cosas negativas que pienso de mí y no quiero compartir contigo. Vamos con esto último. Lo curioso es que la mayoría de estas conversaciones privadas las conoce el otro. Hoy quiero adelantar las preguntas y no esperar al final del artículo. ¿No crees que los que están a tu lado no saben que tienes esos complejos o esas inseguridades o esos miedos?. Tú si lo sabes de ellos, ¿crees que ellos no lo saben de ti?. ¿Para qué las ocultas?. ¿Cuánto tiempo de tu vida te pasas ocultándolas? ¿Cuánta energía consumes con esta estrategia?.

¿No te lo crees?. Bueno, pues estaría dispuesto a realizar una apuesta. Apuesto a que en tu familia hay conversaciones sobre las cuales no se conversa. Hay cosas que sabéis todos los miembros de tu familia sobre 'algo de la familia' y que no se ponen en común. Y lleváis así más de 10 años. Y os quedan otros 10, como mínimo. ¿No crees que ha llegado el momento de inaugurar un nuevo espacio?. Prueba con alguna de esas conversaciones que sobre ti mismo llevas ocultando una vida. Hazla pública, espera un par de semanas y después me cuentas. Si no te sientes más libre estoy dispuesto a devolverte lo apostado en el párrafo anterior. Si te sientes más libre, puedes elegir otra conversación privada y continuar el mismo proceso.

Conozco a muy pocas personas que no tienen miedo a gestionar las conversaciones privadas. Y las que conozco me parecen personas muy auténticas. Y eso me gusta. Y tú, ¿Qué y cómo ocultas tus debilidades?. ¿Te merece la pena hacerlo?