Velan por la los soldados europeos que trabajan en la base militar internacional de Koulikoro, al sur de Mali, y por su material en la Misión EUTM Mali VII. Tienen la tarea de revisar el terreno, de vigilarlo y de cuidar de que los trainers (encargados del adiestramiento del ejército regular maliense) puedan desempeñar su labor con la máxima comodidad y tranquilidad posible. La forman 160 personas, de los que la inmensa mayoría son belgas y españoles. Y es donde el contingente extremeño tiene una mayor representación, con 76 militares de los 81 que se desplazaron al país africano hace ya casi seis meses. Es la compañía Force Protection. La Fuerza de Protección en su traducción al español.

La Force Protection la mandan dos capitanes: un belga y el español Carlos Cespedosa, natural de Barcelona pero afincado en Cáceres hace ya algunos años. Está establecido un sistema de relevo, por lo que, cada seis meses, es uno de los dos el que dirige la compañía. El último semestre ha sido el turno del belga. La conforman cinco secciones, y la parte española se estructura en dos secciones de fusiles y otra de apoyo. Manejan también 20 brindados linces, todos operativos. Cada semana desarrollan un cometido principal y el trabajo se divide en la Quick Reaction Force, Escolta de Trainers; la guardia y Escolta de comboys.

Trainning area

Alrededor de la base de Koulikoro, en un perímetro de unos treinta kilómetros, se encuentra establecida la Training Area o área de entrenamiento. "No es un terreno cerrado como en España, sino abierto", afirma el teniente Javier Vives, jefe de la segunda sección de la Force Protection, que lleva tres años en la base militar General Menacho de Bótoa, en Badajoz. La actividad más frecuentes de la compañía en el área de entrenamiento es la de dar seguridad en todo tipo de instrucción, tanto a nivel individual como colectivo, en los patrullajes o en los ejercicios para luchar contra las emboscadas, entre muchos otros. A diario, la conforman 7 vehículos y 28 hombres (3 pelotones), aunque, según las necesidades, este número puede aumentar hasta dos pelotones más. "Algunos días hay que vigilar por las noches, y otros realizamos guardias durante más de 14 horas", afirma Vives. Y así todos los días de la semana.

Y todo ello para que el ejército regular maliense pueda aprender técnicas de combate más avanzadas y precisas. El teniente Vives sí recuerda una anécdota en este sentido. "Hace ocho años murió un chamán en el monte Keita (situado en el área de entrenamiento), y, ahora, muchos de los soldados que se apellidan Keita nunca quieren subir ahí. Incluso tuvo que venir un chamán de Bamako a bendecirla".