El proyecto de la nariz electrónica para catar la calidad de vinos y aceites, promovido desde la Universidad de Extremadura (Uex), ha dado un paso más para ser pronto una realidad. El grupo de investigación Aceites y Vinos, del que partió la idea, presentó el mes pasado su iniciativa a la última convocatoria de ayudas a la investigación y desarrollo de la Junta.

Pero el proceso es lento. De hecho, Julia Marín, una de las responsables, explicó ayer que "desde su presentación no ha habido novedades y todos los participantes, tanto de este proyecto como del resto que se dieron a conocer al mismo tiempo, no hemos obtenido ninguna respuesta. Aún estamos a la espera de saber si obtendremos la ayuda de la Junta"."Seguro que la resolución se hará pública en octubre,", añadió la profesora Marín.

Lo que se persigue con la nariz electrónica es detectar en diez segundos los posibles errores de la cadena de producción. Como explica Marín se trata de un multisensor del tamaño de una caja de zapatos, que medirá la calidad de los vinos y aceites, sectores de gran importancia en la economía y agricultura de la región extremeña.

La iniciativa ha sido avalada por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Guadiana y otras instituciones, y en caso de que la Junta les conceda las ayudas, los investigadores contarán con la posibilidad de ponerlo en marcha con el fin de controlar no solo la calidad del vino y el aceite, sino también para la cata de jamones, quesos y cualquier otro producto de Extremadura.

Esta herramienta, tanto en el sector enológico como en el oleico, tiene diversas aplicaciones: la determinación de la calidad de la materia prima, estado de maduración y evolución durante la producción, así como la monitorización de los procesos de fermentación, procedencia y detención de anomalías. En definitiva, se trata de un proyecto de bajo coste y fácil de usar que, según las previsiones, podría estar en funcionamiento en dos años.