Suena el timbre que indica el cambio de turno en la Siderúrgica Balboa. Son las dos de la tarde y ya dentro se preparan decenas de trabajadores para sustituir las próximas ocho horas a los compañeros que ahora van a disfrutar de unas horas de descanso. Con el cansancio en sus rostros van saliendo por los tornos a cuentagotas hacia los aparcamientos con vistas a las sierras jerezanas donde descansan sus coches. Salen rendidos tras una jornada laboral sin apenas descanso físico, pero tampoco mental. Desde que la empresa les comunicara hace una semana su intención de despedir a toda la plantilla, el trabajo se ha hecho más duro. "Hay más presión y lógicamente estamos desanimados", cuenta José Miguel, uno de los primeros en salir tras el toque de sirena. La siderúrgica ocupa más de 600.000 metros cuadrados y cada uno tiene puestos distintos. "Llevo 17 años trabajando aquí, tengo 48 años, tres hijos. Me pasa de todo por la cabeza ahora mismo, ha sido una noticia inesperada, ojalá no llegue a presentarse el ERE y se arreglen las cosas", ansía José Miguel.

Aquí no dejan de trabajar, la empresa no está a plena capacidad de producción --1,3 millones de toneladas al año--, pero no para mañana, tarde, noche, festivos y fines de semana. La producción anual ronda las 600.000 toneladas. Balboa no descansa, pero tiene pérdidas. Más de 200 millones acumulados en los últimos cuatro años "por la crisis de la construcción", alega la empresa.

Los trabajadores siguen saliendo. La mayoría son hombres, pero también hay tres mujeres entre la multitud. Una de ellas es de Badajoz y tras seis años y medio entre perfiles de acero está triste por la situación, dice. Inquietud es lo que sienten Juan Manuel y José, vecinos de Jerez que llevan en la empresa 18 y 14 años. "No hay alternativas de empleo si esto cierra, todo es una incertidumbre ahora mismo", expresan.

Como ellos está Manuel, empleado desde hace 17 años. La situación es la misma para todos, pero cada persona tiene sus temores particulares. José María lleva seis años en la siderúrgica, "lo intento compatibilizar con los estudios y vivo de alquiler con mi pareja". José Ramón trabaja aquí desde hace 7 años, tiene dos hijos, una hipoteca más un negocio que mantener, el bar que regenta su mujer. En su caso la preocupación es doble: su posible despido y el de sus 533 compañeros, que puede lastrar el negocio familiar. "Sería la muerte para Jerez y se notaría en el bar". Por eso la pesadumbre está también 6 kilómetros más allá de la fábrica, la distancia que separa la siderúrgica de la localidad.

En pleno centro de Jerez, el ambiente no es muy distinto. Son las doce de la mañana. Allí no suena la sirena, sino las campanas de la torre barroca de la iglesia de San Miguel, ubicada en la plaza de España. A su alrededor, diversos negocios tocados ya por la crisis económica y por la incertidumbre de la nueva crisis que supondría el despido de más de 500 personas de la zona, que se sumarían a los otros 800 empleos que estiman los sindicatos que ya se han perdido en la comarca con sucesivos despidos en las cuatro empresas que Gallardo mantiene en la región --Alfonso Gallardo SA, Ferromalla, Cementera Balboa y Siderúrgica--. "Aquí ya han cerrado bastantes negocios, la gente está asustada y por supuesto que se va a notar si la siderúrgica cierra", cuenta Almudena, de la tienda Gali Gali. Acera adelante, Gabriel Colomer recuerda que su reciente juguetería era antes una librería con solera y un solo mes sin actividad en la planta ya tuvo efectos negativos para su negocio.

"Yo necesito que la gente trabaje para poder seguir vendiendo". Como todos. "Las ventas ya han bajado bastante y ahora podrían caer en picado, esto es una cadena y nos afecta a todos", cuenta Joaquina Utrera, que regenta una administración de lotería junto a la juguetería. A su lado está la botica de Gilberto Gascón. "Las medicinas que son necesarias se siguen comprando igual, ahora, los artículos de parafarmacia han bajado mucho y seguirán. Si cae la siderúrgica, caemos todos un poquito".

CAUTOS Y ESPERANZADOS "Sería una debacle", dice Francisco Pérez tras la barra de su bar en una de las esquinas de la plaza jerezana, que prefiere ser cauto hasta que ese ERE se materialice. No obstante, no es ajeno a la crisis, "He tenido hasta seis trabajadores y ahora estamos dos". Al otro extremo de la plaza, en la Pastelería Obrador Canela, María Jesús siente la misma preocupación que el resto de negocios locales. "Si ya se nota la crisis, ahora se podría notar mucho más, esperemos poder

aguantar el tirón", dice confiada.

En Jerez nadie es ajeno a la cruda realidad que se presenta. "Nos creíamos que Gallardo era para toda la vida, nos fuimos a la vida cómoda y ahora nos vemos así", critican algunos de los viandantes. Este pueblo que no alcanza los 10.000 habitantes tiene una tasa de desempleo cercana al 20%. En agosto contaba con 1.237 parados de una población activa de más de 6.000 personas.

No es difícil encontrar en pleno centro de la localidad a algunos de esos 1.200 desempleados. Tampoco lo es dar con algún antiguo trabajador de la siderúrgica. Es el caso de Diego, parado desde año y medio. Con 53 años y tras 15 trabajando en la siderúrgica jerezana se vio en la calle de un día para otro. "Me tocó salir en el ERE del año pasado y ahora vivo del paro, pero cuando se acabe pocas expectativas me esperan a mi edad", cuenta mientras pasea por la plaza. "Cada vez estamos peor", dice Juan Manuel, otro parado, que también pasó, aunque poco tiempo, por el emporio de Gallardo, en la empresa Ferromalla. No es difícil encontrar a alguien ligado de una manera u otra al industrial jerezano, que despierta sentimientos encontrados entre sus vecinos. "De empresario modelo a pobre diablo", define otro de sus exempleados a Alfonso Gallardo, a escasos metros de la casa donde sigue viviendo el industrial de 80 años. Casi dos años después, "aún no asimilo que me haya quedado sin trabajo", prosigue el vecino que prefiere obviar su nombre.

Ellos ya tienen poco que perder, pero María se juega mucho. Su marido y su hijo trabajan actualmente en la siderúrgica. El primero lo hace desde hace ocho años, el segundo desde hace 15. "Como muchos otros jóvenes de aquí, antes de terminar los estudios ya se fue a trabajar con Gallardo. Tenía 17 años y los primeros años alternó estudios y trabajo. Ahora tiene una hipoteca y me preocupa que se quede en el paro", cuenta.

Como el hijo de María, muchos jóvenes cambiaron los libros por el acero. También muchos emigrantes jerezanos vieron la oportunidad de regresar con la expansión industrial del jerezano. "Entonces había progreso en el pueblo, la gente comenzó a gastar más, a meterse en hipotecas y ahora lo que está hipotecado es Jerez", dice otro vecino.

"Ha sido un hombre que ha dado muchas oportunidades al pueblo, pero la crisis nos está tocando a todos y al sector de la construcción más si cabe, por eso yo desde el punto de vista del empresario creo que los trabajadores tendrían que aceptar una rebaja salarial para poder mantener los empleos, como la siderúrgica cierre más de dos tenemos que salir de aquí", cuenta Gabriel Colomer, comerciante de la zona. La teoría es sencilla, pero "quedarnos con un salario de 900 euros al mes en una fábrica en la que asumimos nuestros riesgos y trabajando fines de semana, fiestas y noches es imposible", cuenta Almudena Llorente, secretaria del Comité de Empresa de la siderúrgica.

SIN NEGOCIACION La única opción puesta en la mesa hasta el momento fue el despido de 120 trabajadores y una rebaja salarial del 25% que los empleados rechazaron el pasado verano. "En aquel momento no se negoció nada, no nos sentamos a buscar opciones ni plantearlas, la única opción era esa y no esperábamos este ERE para todos ahora", recuerda. Otro de los miembros del comité, Angel Villa, apunta que la plantilla ya está bajo mínimos. "Aunque el mercado está mal y no hay continuidad en la producción, no podemos trabajar actualmente con menos personas", aprecia. De ahí la negativa al planteamiento inicial de la empresa que ahora se ha convertido en amenaza para la totalidad de la plantilla.

En los últimos cuatro años Balboa, que ha llegado a tener más de un millar de trabajadores, se ha enfrentado a cuatro ERE, uno de ellos temporal, que afectó a 210 trabajadores durante un año en el 2009, y los otros tres extintivos para 263 empleados (en 2010 y 2012). A estos hay que sumar otros tantos despidos individuales que se han venido produciendo en paralelo. Ahora todos están pendientes de este quinto expediente, que tras la mediación de la Junta se presentará finalmente el próximo viernes. En el fondo confían en que solo sea un órdago para negociar la viabilidad de la empresa que tras la ampliación, en el 2009, dejó de hacer corrugados --producción inicial desde 1996-- para centrarse en la fabricación de perfiles estructurales y alambrón. "No podemos avanzar mucho hasta ver qué documentación nos presentan, lo que sí está claro es que somos una plantilla ya especializada y competitiva", precisa Juan Méndez, presidente del comité. Mientras, Jerez sigue lidiando con la crisis y la incertidumbre.