]Rufino Pizarroso lleva toda la vida fumando puros. Sabe que es un vicio horrible, pero a él le gusta. Y ahora, la nueva ley antitabaco le ha complicado la vida. No solo porque regenta una conocida casa de comidas en Mérida y ya no puede dar sus caladas mientras trabaja, sino porque tarda dos horas (a veces, más) en fumar su particular tabaco y no tiene la opción de apurar el cigarrillo en tres o cuatro minutos frente a la puerta del bar como hacen ahora el resto de fumadores de la región para consolarse.

Sin embargo Rufino no pierde el optimismo y enfrenta la nueva ley con humor. "Antes fumaba en el bar y cuando mi señora no estaba en casa, pero ahora ya ni eso", declara con una gran sonrisa. "Mi mujer a veces es tolerante, pero claro, es que esto de los puros no lo aguanta cualquiera", dice resignado. Por ello, aunque muchos piensen que la nueva ley es más restrictiva aún para la gente que como Rufino, fuma puros o tabaco de pipa, él no lo cree así y se ha buscado sus mañas. "La ley es la ley y hay que aprender a vivir con ella, de nada sirve lamentarse", aseguraba no sin antes confesar su secreto para poder seguir "disfrutando el vicio": los puros en porciones.

"Como tardo tanto, lo que hago es partir los puros para que no se me estropeen. Cuando tengo un hueco en el restaurante salgo a la azotea, me enciendo el puro, le doy unas caladas y lo dejo allí, una zona cerrada al público. Después bajo, sigo trabajando y cuando vuelvo a tener un hueco, subo de nuevo. Así hasta que se acaba", confiesa.

Rufino no se muestra ni a favor ni en contra de la nueva ley, pero asegura que no le ha afectado tanto como él creía en un principio --ni en lo personal ni en su negocio-- porque en realidad, ya estaba acostumbrado a no fumar.

Con respecto a su negocio, también está contento. Aunque sus clientes "son de hace muchos años", no se esperaba que la gente fuera tan respetuosa. "Pero es que la ley es la ley y hay que cumplirla", repite de nuevo.