La alta cocina ya no es patrimonio exclusivo de otras comunidades autónomas, de un tiempo a esta parte muchos de los fogones extremeños echan humo insistentemente en un intento de hacer evolucionar los conceptos más arraigados de la gastronomía regional, lo que ha originado que algunos restaurantes se sitúen entre los mejores del país, como así lo pone de manifiesto la última Guía Vinoselección de Restaurantes de España .

En pleno debate en la región sobre las bondades o desaciertos de la cocina de autor, los expertos han dado su respuesta: se impone la alta cocina, pero con raíces en los fogones tradicionales, y acompañada de buen servicio, ambiente y carta de vinos. Unas características que se cumplen en muchos establecimientos extremeños y que les han llevado a codearse con las cocinas más importantes, según la opinión de críticos y clientes.

En unos años Extremadura ha sabido poner la salsa a lo más alto del podium gastronómico. La última edición de la conocida guía sitúa al restaurante Atrio de Cáceres entre los mejores del país, en un ránking en el que, junto a otros 13 establecimientos, se le otorga la máxima puntuación en todos los conceptos: comida, ambiente, servicio y tratamiento del vino.

RECONOCIMIENTO

Que la cocina del cacereño Toño Pérez no tenía nada que envidiar a la de Adriá, Subijana, Arzak, Arola, Berasategui, Urdaín, o Santi Santamaría, era algo conocido en los fogones del país, que ahora también se rinden a los servicios que presta su local, equiparándolo a los que en España han alcanzado fama internacional.

Pero, además, la guía, que se elabora según la opinión de los socios del Club Vinoselección --lo que supone contar con la opinión de casi 1.000 críticos gastronómicos--, también incluye a otros 21 restaurantes extremeños (12 de Badajoz y 9 de Cáceres) entre más de 1.000 establecimientos. Así, en el manual aparecen el Monasterio de Rocamador, como mejor restaurante de Badajoz, y locales como Torre de Sande, El Corregidor, Palacio de los Golfines, El Figón de Eustaquio, La Toja, Aldebarán o Atalaya, entre otros.

En total más de una veintena de lugares reconocidos en los que poder degustar las últimas novedades que se cuecen en los fogones de la región. Pero, ¿es cara la cocina extremeña? Al igual que en calidad, en precios el nivel es similar al del resto del país. Así, el precio medio por comida puede oscilar entre los 40 euros (6.700 pesetas) de Atrio y Monasterio de Rocamador, y los 15 euros (2.500 pesetas) del Mesón Asador Alberca de Trujillo o el restaurante Josefina de Zafra (no obstante, las puntuaciones que otorga la guía a estos establecimientos son más reducidas).

Hace pocos días restauradores y expertos nacionales coincidían en Cáceres en señalar la importancia de potenciar la gastronomía como complemento fundamental del turismo, y en eso, Extremadura ha dado un paso más allá. Desde la Consejería de Turismo se han iniciado los trámites para declarar la gastronomía extremeña bien de interés cultural, una iniciativa pionera que abre numerosas expectativas en todo el país --comunidades como la catalana ya han anunciado su intención de trabajar en este sentido--. Y es que comer bien debería ser patrimonio de todos.