Desde el año 1996 en el que el empresario jerezano Alfonso Gallardo crea la empresa Siderúrgica de Balboa en la ciudad templaria extremeña, esta ha vivido un periodo de pujanza que podría compararse al periodo en que la Orden, allá por 1230, fijó en ella su sede para el control del sudoeste de la península ibérica.

Para que la Siderúrgica fuera posible en una zona rural, alejada de los nudos de comunicación, tuvieron que realizarse inversiones en infraestructuras muy importantes, como la construcción de una larga línea de alta tensión que posibilitara el funcionamiento de la planta, además de la recalificación de unos terrenos hasta entonces previstos como de protección ecológica.

Los esfuerzos realizados por el empresario y por el Gobierno regional han tenido sus frutos al generar en la zona mas de 600 empleos directos y otros tantos empleos indirectos, lo que ha significado que la comarca de Jerez de los Caballeros haya vivido un periodo de casi 15 años de pleno empleo, mientras que en el resto de Extremadura veíamos como crecía el paro; del año 2000 al 2008 fueron años de prosperidad y de bonanza para la comarca.

Pero en 2008 vino la crisis y la caída del sector de la construcción en España, y con ello, la actividad, y, sobre todo los márgenes comerciales del sector siderúrgico se vieron totalmente erosionados.

La situación recuerda mucho a la tantas veces mencionada parábola del libro Quién se llevó mi queso escrito por Spencer Johnson , precisamente en el año 1998, año en el que salían los primeros perfiles de hierro fabricados por Siderúrgica Balboa. En el libro se relatan las distintas actitudes que adoptan distintos personajes ante la situación de quedarse sin la fuente fundamental de su alimentación, que en aquel caso era un gran deposito de queso. Ante la eventualidad del cambio inesperado de situación los ratoncitos abandonan rápidamente el lugar y salen a la búsqueda de nuevos yacimientos de queso. En el almacén quedan dos personajes que discuten largamente sobre la actitud que debían tomar; uno de ellos Hem ("Dobladillo") mantiene una y otra vez que sus derechos son "irrenunciables" y que no se moverá de allí hasta que no vuelvan a traerle el queso. El otro compañero, Haw decide, por fin, abandonar el filón agotado y salir en busca de otros.

LAS POSICIONES adoptadas por los distintos intervinientes en la difícil situación por la que atraviesa Siderúrgica Balboa nos recuerdan bastante a los personajes del cuento anteriormente mencionado; el actual presidente del comité de empresa, con su postura de defender a ultranza la situación de bonanza vivida en los últimos años que ha permitido el pago de niveles salariales, que como mínimo debemos de calificar como bastante dignos (23.000 euros/año en Extremadura no los gana mucha gente), nos recuerda al personaje Hem. Hay cosas que debemos reconocer cuanto antes; ni los templarios volverán a Jerez de los Caballeros, ni el esplendor que supuso la burbuja inmobiliaria volverá a hacer fluir la abundancia en las empresas relacionadas con el sector en mucho tiempo.

Es hora, por tanto, de buscar nuevas soluciones para una situación nueva, y reconocer que para mantener viva una empresa en una zona donde ni las materias primas están próximas ni los mercados tampoco, solamente puede conseguirse adecuando el resto de los costos a una realidad inexorable, como es la de que una empresa no puede subsistir si sus gastos son superiores a sus ingresos.

Es mucho lo que Extremadura se juega en este envite, ya que, si ni siquiera los pocos empresarios extremeños que arriesgan su patrimonio para crear riqueza en su pueblo son capaces de mantenerse, quién va a venir a sacarnos las castañas del fuego. Esperemos que la mayoría de la plantilla de Siderúrgica Balboa se informe concienzudamente de la realidad y adopte la postura de Haw, buscando nuevas soluciones a una situación inexorablemente inevitable. Busquemos nuevas fuentes de queso, lo que ahora pasa por encontrar con el empresario la fórmula que garantice la supervivencia de la empresa.