Quince años no son nada... o sí, porque parece que dan para mucho. Tanto como para reconocer incluso cambios en la estructura social de una región.

Eso es, al menos, lo que ha pasado con Extremadura y lo que refleja el último gran estudio del Instituto Nacional de Estadística, Indicadores Sociales 2006 . Un documento que muestra la evolución de numerosos indicadores desde 1991.

Y es que aunque la comunidad tiene prácticamente la misma población que entonces, no resulta difícil comprobar que las cosas han cambiado mucho en este periodo, y lo han hecho en casi todos los ámbitos.

Así, por ejemplo, tenemos los mismos habitantes, pero estos son más mayores (el denominado índice de juventud ha caído más de 40 puntos). Y tenemos prácticamente los mismos habitantes gracias a la población extranjera. No en vano si hace tres lustros el volumen de inmigrantes era casi anecdótico, a día de hoy hay más de 25.000 extranjeros afincados en Extremadura.

En cuanto a la economía, es --junto a la educación y la salud-- uno de los factores que permite explicar muchos de los cambios sociales experimentados. La riqueza de la comunidad extremeña --el PIB-- se ha duplicado en estos 15 años, y el dinero que cada extremeño dedica anualmente a bienes y servicio ha crecido nada menos que un 44% en apenas 7 años (según los últimos datos disponibles).

Si se analiza el mercado de trabajo, el estudio del INE señala que ahora en la región hay 30.000 personas más dispuestas a entrar en el mercado laboral, 65.000 más que están trabajando y, por lo tanto, 35.000 parados menos.

Presencia femenina

Sin embargo, estos datos no pueden entenderse sin tener en cuenta la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Si en 1991 apenas eran 88.600 las mujeres que estaban trabajando, esta cifra ya supera las 138.000.

El punto negro sigue siendo la alta tasa de temporalidad. En 1991 apenas 4 de cada 100 nuevos contratos eran indefinidos, y actualmente son... apenas 4 de cada 100. Y si en 1991 el 61% de los trabajadores extremeños tenían un contrato indefinido, ahora lo disfrutan el 57%. Tampoco han mejorado los índices de siniestralidad laboral.

Resumiendo. Que hay más puestos de trabajo, más personas que quieren trabajar, menos paro y, sobre todo, más mujeres trabajadoras, aunque la calidad del empleo sigue sin despegar .

Todo lo anterior, unido al envejecimiento poblacional, ha contribuido a que los sistemas de protección social hayan evolucionado y sean cada vez más eficaces. O, dicho de otro modo, a que lleguen a más gente.

Basta un dato para ilustrar esta afirmación. Hace quince años apenas el 35% de los parados de la región recibían algún tipo de prestación por desempleo, una cobertura que hoy alcanza al 60% de las personas sin empleo. También hay 45.000 extremeños más que cobran una pensión.

No sólo trabajamos más, sino que también vivimos más tiempo con mejor calidad de vida y nos formamos mejor.

La salud

Los extremeños viven de media casi 3 años más que en 1991 --hasta alcanzar los 79,68 años de esperanza de vida-- y la mortalidad infantil se ha rebajado casi hasta la mitad desde 1996, algo que no es casualidad. Si comparamos la fotografía de la Extremadura de hoy con la de hace 15 años, hay más de un millar de médicos adicionales, más hospitales y quirófanos y el gasto farmacéutico se ha triplicado.

En cuanto a la educación, si entonces tres de cada diez extremeños eran analfabetos, hoy la tasa se ha rebajado hasta el 20% --la mayoría de ellos mayores--, al tiempo que el porcentaje de población con estudios superiores ha pasado del 7% al 15%.

Para valorar el sistema educativo extremeño en su justa medida hay que tener en cuenta, como dato llamativo, que mientras cada año nacen en la región 3.500 niños menos que hace tres lustros, los colegios e institutos de la región cuentan con unos 4.000 profesores más que en aquel momento.

El denominado entorno físico también colabora en el bienestar social, y ha evolucionado de forma especialmente llamativa en la región. Extremadura tiene cerca de 300.000 hectáreas consideradas como espacios naturales, diez veces más que en el año de partida del informe del INE. Asimismo, se han incrementado tanto el número de oficinas bancarias (hay en torno a 250 más) y farmacias (casi un centenar).

Más infraestructuras

Por lo que se refiere a las carreteras, la red convencional ha crecido algo, pero el gran avance es el experimentado en la red de autovías. Entre 1991 y el 2005 esta red pasó de tener 0,17 kilómetros por cada 1.000 kilómetros cuadrados a 10,42, y desde entonces ha seguido aumentando.

También hay más cines, bibliotecas y restaurantes, y se han duplicado las plazas hoteleras.

Más salud, más dinero, más nivel formativo, más empleo, más infraestructuras... ¿y todo para qué? Teóricamente para vivir mejor. Y también ha cambiado significativamente nuestro estilo de vida en estos tres lustros que dibuja este informe.

Cada vez es menos habitual el matrimonio (5.900 en 1991 por los 4.500 anuales de la actualidad) y ganan peso los enlaces civiles, que ya suponen dos de cada tres bodas. Además, las bodas llegan cada vez más tarde, y la edad media de los contrayentes se ha retrasado hasta los 28,7 años.

Todo eso influye en la configuración de las familias. Los hogares son más pequeños, las mujeres tienen los hijos pasada la treintena (2 años más tarde) y 2 de cada 10 niños tienen una madre soltera (se ha duplicado).

Los datos del INE también reflejan una nueva sociedad en la que, por ejemplo, resulta inimaginable no tener un vehículo o una casa en propiedad. El resultado, que tenemos 627.000 coches para poco más de 1 millón de habitantes (casi el doble que hace 15 años) y que cada año se sacan al mercado más de 10.000 nuevas viviendas (más del doble que en 1991).

Pero este nuevo modelo que se está configurando también tiene sus sombras. Hay más incendios forestales, se gasta mucho más dinero en juegos de azar y han aumentado los casos de suicidio, alcoholismo, drogadicción y problemas psiquiátricos.

Por último, y a pesar de la imagen que hay de una sociedad cada vez más violenta, lo cierto es que parece que hay más delincuencia --con más detenciones y condenas-- pero ésta es de menor intensidad, puesto que se han reducido casi a la mitad las muertes violentas.