¿Cómo es posible que ayuntamientos como Almaraz o Saucedilla tengan presupuestos similares a los de municipios como Castuera o Jaraíz de la Vera que poseen una población entre cinco y seis veces mayor? La explicación --o al menos buena parte de ella-- reside en la Central Nuclear de Almaraz.

Hace 40 años, la localidad de Almaraz tenía apenas un millar de habitantes y se encontraba, como buena parte de las localidades extremeñas, en un proceso de pérdida incesante de población. La diáspora migratoria se cebaba con el municipio, que entre 1957 y 1965 --fechas de inicio y finalización del embalse de Valdecañas-- había atravesado un momento de apogeo superando los 2.000 vecinos.

Así lo explica José Carlos Salas, responsable de la biblioteca municipal y documentalista de la historia del pueblo. La economía local dependía exclusivamente de la ganadería y la agricultura, mientras que la central nuclear era solo un proyecto industrial que empezaba a concitar las esperanzas de progreso de los vecinos.

En el año 2010 Almaraz supera los 1.300 habitantes, y si se echa la vista atrás incluso ha llegado a alcanzar los 1.500 en momentos puntuales durante la última década.

Actividad industrial

El biorritmo del municipio lo marca la actividad industrial. Principalmente debido a la central, que cuenta con una plantilla fija de 500 trabajadores. Pero este no es el único yacimiento importante de empleo. También contribuyen la fábrica de material sanitario que instaló allí la multinacional Sendal --que da empleo a un centenar de personas y factura 24 millones de euros al año--; y la incineradora regional de animales muertos que impulsó la Junta en el 2005 --con 50 puestos de trabajo--, sin olvidar las cooperativas de cartones promovida por el ayuntamiento, bares y restaurantes, la nueva residencia de ancianos, el matadero municipal y la ganadería residual conforman el pilar de la economía local.

El peso de la planta nuclear en el entorno es palpable. No solo por el empleo directo e indirecto que genera --750 fijos, más otros mil durante las recargas que los reactores realizan cada 18 meses--. Vía impuestos, las empresas propietarias desembolsan cada año cerca de seis millones de euros en los cuatro pueblos en cuyo término municipal se asienta la central y su embalse de refrigeración. El reparto es el siguiente: Saucedilla (que recauda 2,2 millones de euros por el Impuesto de Bienes Inmuebles de la central), Almaraz (2 millones), Serrejón (200.000 euros)y Romangordo (casi un millón). También pagan 1,3 millones del impuesto de actividades económicas (IAE) y dejan otros 20 millones cada ejercicio en las arcas regionales por cuenta del Impuesto sobre producción energética --a partir de este año serán 60 millones, tras la subida aprobada por el Gobierno autonómico--.

Pero además, Enresa reparte casi 3 millones de euros cada año entre 18 municipios del entorno de la central en compensación por los residuos que genera y gestiona esta instalación.

El catedrático de la Universidad de Extremadura Juan Vega Cervera, del departamento de Economía Aplicada, estudió en la década de los noventa el impacto socioeconómico que la construcción y explotación de la planta eléctrica tuvo en la comarca.

Papel determinante

Su conclusión fue que la planta resultó determinante para frenar el despoblamiento de la comarca y mejoró la renta per cápita de sus vecinos. Y la investigación del profesor Vega Cervera la respalda José Carlos Salas, uno de los pocos vecinos cuya familia es orihunda del municipio: "Hoy la mayoría de los habitantes son gente que ha venido a trabajar en la central, durante su construcción o posteriormente, o en empresas de servicio ligadas a la planta", indica. El documentalista almazareño recuerda que la instalación eléctrica lo absorbió todo: "Mucha gente abandonó sus cultivos para trabajar en la central. Y el nivel de vida subió muchísimo".

Ese desarrollo económico sigue manifestándose hoy. Según el Anuario Económico de La Caixa, Almaraz tiene actualmente cerca de un millar de automóviles --lo que supone una relación de uno por cada vecino mayor de 16 años--, lo que supone el doble que en 1996. Más datos: el número de comercios minoristas en activo en la localidad se ha duplicado en este mismo periodo.

Otra muestra. Gracias a los ingresos que reciben de la central y de Enresa, el presupuesto de Almaraz se eleva a 7,6 millones de euros y el de Saucedilla supera los 3,7 millones. Es decir, estos dos ayuntamientos tienen a su disposición una media de 5.700 y 4.600 euros anuales por vecino, muy por encima de la media provincial, que no llega a los mil euros por habitante --en la ciudad de Cáceres son 971 euros y en pueblos como Jaraíz, la cantidad es de 793--.

No todo es oro

Sin embargo, no todo es oro. "Tampoco ha sido la panacea", subraya José Carlos Salas. Al finalizar la fase de construcción de la central, a principios de los 80, la zona vivió un nuevo éxodo demográfico, porque buena parte de los trabajadores que vinieron a trabajar volvieron a sus pueblos y regiones de origen. Además, ese momento coincidió con la crisis económica que sufrió España en la transición, y las tasas de paro en la comarca se dispararon.

"La central no podía absorber ya tanta mano de obra y los campos se habían abandonado", explica el bibliotecario municipal. El sector servicios se convierte en un refugio para muchos y se abren casi una veintena de bares, hostales y restaurantes. Pero hoy la mayoría de ellos ya han cerrado.

El paro siempre ha sido un problema, pese a que "mucha gente piensa que todos trabajamos en o para la central". De hecho, los ayuntamientos tuvieron que impulsar soluciones. Almaraz es, de nuevo, un buen ejemplo: cedió el suelo para el asentamiento de Sendal, impulsó la cooperativa que ha dado lugar a la fábrica de cartones y ha abierto un matadero y una residencia municipal. De hecho, el consistorio es, por detrás de la planta nuclear, la segunda empresa que más trabajo genera en el municipio (tiene unos 130 asalariados entre funcionarios y personal laboral, según los presupuestos del año 2009).

Pérdida de población

Las tasas de paro de los municipios del entorno están por debajo de la media regional (actualmente en el 22%). Pero se mueven, en general, entre el 12 y 18% de desempleo entre sus vecinos mayores de 16 años.

Tampoco demográficamente ha sido una solución. Respecto al censo de 1970 --previo a la construcción de la central--, la práctica totalidad de los pueblos del entorno han sufrido una notable pérdida de habitantes durante estas cuatro décadas. Solo los municipios de Almaraz y Saucedilla han visto crecer sus censos y padrones en este lapso. Localidades como Casas del Millán, Higuera, Mesas de Ibor, Millanes, Romangordo, Toril o Valdecañas tienen hoy la mitad o casi la mitad de vecinos que a principios que hace 40 años.