Extremadura parece haber erradicado totalmente la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), más conocida como enfermedad de las vacas locas. Así lo indican los datos de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, que señalan que la región no registró un solo foco de infección en el 2005. Extremadura presenta así un balance limpio por primera vez en 5 años.

Sin embargo, la tónica es diferente en el resto del territorio nacional. En el 2005 se dieron 93 casos, que vienen a completar los 607 animales afectados desde el año 2000, de los que sólo 12 pertenecen a Extremadura.

Esta baja tasa se debe a la especiales características de la ganadería regional, de explotación extensiva y alimentada con pastos naturales. Según Angel García Blanco, presidente de Asaja, "la alimentación siempre ha sido bastante natural, alejado de las harinas cárnicas, por eso es difícil el contagio. Los únicos casos registrados en la región han sido en animales cruzados, cuyo origen no era extremeño". Precisamente los últimos casos extremeños de vacas locas se produjeron en el 2004. El primero registrado el 2 de julio en Cilleros y el segundo en Montehermoso, el 5 de noviembre. Ambos casos se dieron en vacas de cruce.

TRABAJO PREVENTIVO A pesar de la erradicación de la EEB, la Junta sigue trabajando preventivamente. Su tarea se basa en la actualidad en un control exhaustivo de los animales y sus movimientos, y en una analítica que afecta tanto a animales, materiales de riesgos y piensos.

Para ello, la identificación y el registro de los animales es básico, según la reglamentación europea. Esta normativa establece un sistema basado en una identificación individual, mediante un doble crotal, un documento de traslado donde se identifica individualmente cada ejemplar, un libro de registro en cada explotación y una base de datos que coordine y almacene toda esta información.

Por otra parte, el programa nacional de erradicación obliga a realizar pruebas de EEB a todos los bovinos de más de 24 meses que se mueren o se sacrifican. Estas se realizan en los laboratorios de sanidad animal, mediante el test prionic.

En este programa integral también se encuentran el control de las sustancias empleadas en la alimentación, control de las empresas de transformación de subproductos y animales muertos y vigilancia sobre los materiales de riesgo.

Con este completo sistema se logra asegurar que los casos positivos no entren en la cadena alimentaria, a pesar de no tener un centro específico en tratamiento de la EEB como sucede en Galicia. "Nuestra ganadería es totalmente segura, sobre todo porque los servicios sanitarios son exhaustivos y se realizan todos los controles necesarios. Por esta razón, no necesitamos un centro específico, aunque quizás sí para otras enfermedades como la tuberculosis o la brucelosis", explica Angel García Blanco.

HARINAS CARNICAS Desde que se notificara el primer caso en España en noviembre del 2000, en Extremadura se han analizado casi 150 muestras en fábricas de piensos y se han analizado más de 27.000 animales muertos y/o sacrificados.

Precisamente la última prohibición de harinas cárnicas, culpables de la EEB, es también del año 2000, y el período de incubación de las enfermedad es de unos cinco años de media, por eso ha sido necesario esperar con paciencia a que Extremadura pudiera decir adiós a la enfermedad. Como explica Ignacio Huertas, presidente de UPA, "sabíamos que el proceso iba a ser largo y que podría registrarse algún caso. Aun así, hemos sabido controlar la enfermedad y no hemos dejado que llegara a la cadena alimentaria".