A principios de este año el Consejo Económico y Social de Extremadura (CES) hizo balance del futuro y los retos a los que deberá enfrentarse la región en los próximos periodos; y uno de ellos es, sin duda, el demográfico.

La sangría poblacional se irá acrecentando, hasta tal punto que la comunidad autónoma perderá entre 30.000 y 40.000 habitantes de aquí al año 2030. Esas son las cifras que maneja el CES, no obstante, los informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) son aún más desesperanzadores: reflejan incluso 70.000 personas menos.

Esta realidad es, pues, uno de los principales desafíos del siglo XXI para Extremadura y para el resto de España.

Hay dos factores claves en el caso de la región que van de la mano y que son muy difíciles de combatir: el envejecimiento de la población en las zonas rurales y la caída continuada de la natalidad.

De este modo, los municipios más vulnerables son los de menos de 1.000 y 5.000 habitantes. A su vez sufren la mayor carencia de servicios. En el lado contario, los núcleos con más concentración de personas, que se resienten menos (aunque también sufren las consecuencia de la falta de niños).

En cuanto a la disminución de nacimientos, además de las complejas circunstancias del mercado laboral, el CES también lo asocia con «el profundo cambio económico y cultural experimentado por nuestra sociedad en los últimos años, por la incorporación de la mujer al mundo laboral o el enfoque marcadamente hedonista de nuestra cultura».

Sea como sea, la sociedad de dentro de una década, si no se producen cambios, será muy distinta. REDACCIÓN