La red bancaria extremeña no ha parado de menguar en los últimos cuatro años. Desde marzo del 2009, la disminución del volumen de negocio derivada de la crisis económica y la reestructuración del sector financiero han llevado al cierre de casi ochenta oficinas de entidades de depósito (bancos, grupos de cajas de ahorros y cooperativas de crédito) que estaban ubicadas en la comunidad autónoma. Y el goteo de cierres continuará de seguro en los próximos meses, una vez que se vayan materializando los procesos de ajuste que varias entidades tendrán que poner en marcha. Así, Banco Ceiss --al que pertenece Caja Duero-- adelantó recientemente a los sindicatos su intención de prescindir de 24 oficinas en la comunidad autónoma, incluida toda su red en la provincia de Badajoz, Liberbank --el grupo donde se ha integrado Caja Extremadura-- lo hará con cuatro, y Caja3 --el de Caja Badajoz-- suprimirá una decena en territorio extremeño, las mismas que tiene previsto clausurar Bankia.

Con todo, hasta ahora el descenso ha sido proporcionalmente mucho menos significativo en Extremadura que en el resto del país. De acuerdo a los datos del Banco de España, las 78 sucursales que han echado el cierre en la región suponen un 6,5% del total que había hace cuatro años (1.200). En España el recorte a estas alturas ya ha sido de más del doble, del 15,3% (de 44.759 a 37.903).

No obstante, Raúl Garcia Monclús, socio director de servicios financieros de la consultora Cognodata, avanza que "probablemente" en Extremadura "se acabe dando en términos relativos un descenso similar" de la capacidad instalada. De hecho, un estudio elaborado por esta consultora en el 2010 situaba a la región como una de las que tenía una red más sobredimensionada en relación a su número de habitantes, por lo que preveía que también iba a estar entre las que sufrirían un ajuste de mayor calado.

García Monclús considera que, en el momento punta, la sobredimensión de la red bancaria española llegó a ser de entre "el 25% y el 35%", por lo que el ajuste no estaría cerca de finalizar. "Estamos a la mitad de recorrido", resume.

El cierre de oficinas ha sido consecuencia, en primer lugar, de una caída generalizada del volumen de negocio. El parón en la construcción, que trajo aparejado menor concesión hipotecas, y la reducción de la financiación, tanto a empresas como a particulares, han hecho que no sea necesaria una red tan amplia de oficinas. La rentabilidad de muchas de ellas se ha visto seriamente deteriorada, además, por el aumento de la tasa de morosidad.

A este factor económico inicial se ha unido también una segunda causa: la reestructuración de las redes que se ha realizado en el marco de las múltiples fusiones y absorciones que han tenido lugar en el panorama financiero nacional en los últimos años. En unos casos, para evitar solapamientos de redes de entidades que integraban en un mismo grupo; en otros, para ganar eficiencia. La última vuelta de tuerca la ha dado Bruselas, al imponer que las entidades que reciban ayudas públicas cierren sus oficinas menos rentables.

Esto supondrá la práctica total desaparición de lo que hasta hace no mucho eran las redes de expansión de buen número de cajas de ahorros, hipertrofiadas en los años previos a la crisis. En el 2008, según el anuario de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), en Extremadura había quince oficinas de Cajasur, --entidad de Córdoba, ahora en manos del grupo vasco Kutxabank-- mientras que Caja España --procedente de León-- y Caixa