Los residuos procedentes de las explotaciones agroganaderas extremeñas y de otras industrias como las lácteas o las cárnicas harían posible producir unos 151,4 millones de metros cúbicos de biogás al año. Esta cifra se corresponde con 77 kilotoneladas equivalentes de petróleo o con la energía que genera anualmente una central eléctrica de 40 megavatios de potencia instalada, lo que valdría para dar suministro a unos 80.000 hogares.

Los datos proceden de un estudio elaborado por Probiogás, un Proyecto Singular y Estratégico (PSE) apoyado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y cuyo principal objetivo es el desarrollo de sistemas sostenibles de producción y uso de biogás en entornos agroindustriales.

Para toda España, Probiogás ha estimado un potencial disponible de 49,7 millones de toneladas por año de materias primas agroindustriales, lo que generaría 2.600 millones de metros cúbicos anuales, el equivalente al 4,2% del consumo anual de energía primaria a partir de gas natural en España.

"Desde el punto de vista medioambiental, el biogás es una opción muy interesante, porque no solo estás produciendo una energía renovable, sino que también son reciclados unos materiales que de otra manera requerirían un proceso de valorización", resalta Andrés Pascual, director de Calidad y Medioambiente de Ainia, el centro tecnológico que está liderando este proyecto.

En el caso extremeño, la cantidad de biogás que se ha calculado se generaría a partir de 2,1 millones de toneladas de subproductos agroalimentarios. Más de un 90% de estos desechos procedería del ámbito ganadero (los purines de los cerdos, por ejemplo), que supondrían más de dos millones de toneladas al año. A continuación aparecen, ya muylejos, los residuos vegetales, con unas 74.000 toneladas por año.

El biogás agroindustrial es una energía renovable que produce tanto calor (que se puede aprovechar para calefacción o agua caliente sanitaria en las proximidades de la planta) como electricidad. La energía se obtiene a partir de materiales orgánicos residuales procedentes de diversas actividades agroalimentarias como son los subproductos de frutas y vegetales, de la carne o del pescado, las deyecciones ganaderas (estiércol o purines) o los lodos de depuradoras de las industrias alimentarias. Estos subproductos fermentan sin oxígeno en unos silos (biodigestores) donde se produce el gas que luego sirve para hacer funcionar los motores o turbinas que permiten posteriormente generar la electricidad.

LEJOS DE LOS OBJETIVOS En el registro de preasignación que el Ministerio de Industria hizo público en diciembre pasado apenas quedaron inscritos 36,5 mw de biogás, muy lejos del objetivo de 250 mw que el Plan de Energías Renovables de España (PER) 2005-2010 establecía para el presente año. Andrés Pascual cree que la principal razón de este retraso es que antes del decreto de energías renovables del 2007 este tipo de proyectos apenas compensaba, ya que el importe de la prima era muy bajo. "El decreto prácticamente duplicó la prima", apunta Pascual, por lo que confía en que este tipo de plantas tomen impulso a corto plazo. De momento rondan la decena, pero este responsable del Ainia señala que "ya hay bastantes más proyectadas". La potencia habitual de estas centrales es de 0,5 megavatios, y suelen tener una inversión de en torno a los dos millones de euros.