Diego Barco Mera fue uno de tantos extremeños que emigró a Barcelona buscando labrarse un futuro profesional. Nació en Villanueva de la Serena y con la ilusión de triunfar en el mundo del fútbol aterrizó en la capital catalana a los 18 años. Había llegado a debutar con el Villanovense pero su destino estaba marcado lejos de los terrenos de juego. Hoy, 33 años después, triunfa profesionalmente pero como uno de los principales productores de preservativos.

Barco comenzó trabajando en una empresa de montaje eléctrico. Después de 19 años decidió emanciparse y montar su propia empresa eléctrica. De ahí dio el salto al imperio del látex .

En plenos Juegos Olímpicos, este extremeño entró en el negocio para reflotar una fábrica de condones que acababa de cerrar. Diego no titubeó, y aunque realmente no sabía lo que le esperaba, vio hecho su sueño realidad con la apertura en 1993 de una fábrica de elaboración de condones en Caldes de Montbui.

PRIMER FRACASO

La experiencia no fue del todo bien en sus inicios. Sus socios en el negocio le engañaron y le dejaron una deuda de 50 millones de pesetas aunque su orgullo y ambición personal le hicieron afrontar el reto de quedarse en propiedad con la fábrica.

Hubo que liquidar la deuda de la empresa y adaptarse a las normativas de calidad impuestas por la Comunidad Europea para poder ser competitivos en el mercado. Un proceso duro y necesario y que ya ha culminado su empresa Fradilatex hace casi un año.

"He recibido presiones de todas partes, ya que el mundo de la goma es muy oscuro y está asociado con el de la prostitución, donde se maneja mucho dinero negro", asegura Diego Barco en declaraciones a EL PERIODICO EXTREMADURA.

Pero la ambición de este villanovense va más allá. Además de esta fábrica de preservativos, mantiene su empresa de montajes eléctricos, cuenta con una sociedad de comercialización de productos sanitarios y otra de ropa. Un tipo que tiene claro donde hacer negocios.