Con el buen tiempo se multiplican las actividades al aire libre, especialmente en el campo. Los practicantes de senderismo deben ser advertidos de los peligros que conlleva esta actividad, especialmente por la aparición en estas fechas de garrapatas, unos parásitos que pueden transmitir enfermedades al ser humano cuando pican para alimentarse con su sangre.

Julián Mauro Ramos, médico y subdirector de Epidemiología del Servicio Extremeño de Salud, explica que las garrapatas pueden ser portadoras de microorganismos que se transmiten a los animales a los que pican, incluido el ser humano. Entre ellas se encuentra la fiebre de Crimea-Congo, la rickettiosis, o la borreliosis de Lyme, entre otras muchas.

Para prevenir estas enfermedades hay que evitar que la garrapata entre en contacto con la piel. Por ello es recomendable ir al campo con pantalón largo y camisa de manga larga, así como usar calzado siempre cerrado. Hay que evitar las zonas con hierba alta, ya que al pasar por ella las garrapatas pueden saltar al cuerpo. Por ello, lo mejor es andar por senderos ya desbrozados.

El doctor Mauro explica que en el caso de una picadura de garrapata hay que proceder a eliminarla inmediatamente en un centro de salud. Si no es posible, lo más apropiado es meter la pinza de borde romo entre la piel y la garrapata. Después hay que dar un tirón enérgico. «Lo que no es recomendable de ninguna manera es utilizar los remedios caseros o tradicionales como el empleo de gasolina o alcohol, o quemarla con un cigarro. La garrapata puede morir, pero si su mandíbula sigue en la piel se corre el riesgo de infección», añade el facultativo.

La herida debe limpiarse con agua, jabón y aplicarse un antiséptico. Si días después se presenta fiebre o erupciones en la piel hay que acudir al médico señalando que se ha sufrido una picadura de garrapata.

El veterinario Julio Álvarez explica que las garrapatas pueden clasificarse en dos grandes grupos: duras y blandas, en función de su exoesqueleto. «Son ectoparásitos, pues viven siempre en el exterior de los animales de sangre caliente de los que se alimentan. No se encuentran siempre en estado adulto, sino que atraviesan fases larvarias, ninfales y adultas, a veces en distintos animales. Las larvas tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler y las hembras adultas llenas de sangre el de una alubia», comenta Julio Álvarez.

En esta época del año nos vamos a encontrar con que las garrapatas que estaban dormidas en el suelo se activan, aguardando en la vegetación a que pase algún animal al que sube con facilidad pasmosa. «Migran por la superficie del hospedador hasta que se fijan en un lugar concreto, metiendo la cabeza dentro de la piel, donde se alimentan de su sangre, pudiendo pasar a ésta los microorganismos de los que sean portadoras, desencadenando procesos bacterianos», explica.

Las picaduras de estos artrópodos (familia de las arañas) generalmente no son dolorosas y es posible tener una garrapata adherida al cuerpo sin saberlo. Una vez que se concluye una visita al campo es importante revisar bien el cuerpo, especialmente zonas como las axilas, las ingles, el cabello, dentro y fuera de las orejas, el ombligo y alrededor de la cintura.