Aunque vender también es un arte, Rosa Portillo, como tantas otras mujeres, ha tenido que sacrificar una parte de sus grandes pasiones como es el mundo de los pinceles y las pinturas para dedicarse casi de lleno a la venta de los móviles en una tienda en Coria. "Eso es lo que ahora me da de comer", apunta. La situación actual manda y a sus 42 años y con un hijo menor de edad, sumado a una sociedad que se encuentra en un delicado momento de crisis económica, no permite el privilegio de rechazar ningún trabajo. Hasta hace un tiempo, Portillo ha participado, junto a otros profesionales, en diversos trabajos de restauración en el convento de clausura de Las Monjas y en la catedral de Coria, entre otros edificios.

Además, sus habilidades y gran maestría con el pincel y las pinturas le han permitido durante unos años plasmar atractivas obras de arte que han sido reclamadas en varias ocasiones para formar parte de exposiciones, la última el pasado domingo en Vegaviana con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer.

Hoy, la trayectoria de Portillo ha tomado otros caminos, pero con la tranquilidad y la fortuna, eso sí, de contar con un puesto de trabajo.

Su sueño es poder vivir algún día de la pintura o de la restauración, tareas en las que se involucra cada vez que puede o cuando alguien le brinda la oportunidad, pero de momento, "es muy complicado porque el horario laboral es casi todo el día y es imposible sacar tiempo para otras tareas", aunque, "no hay que perder la esperanza", matiza.