Tres días en lo que llevamos de semana. La niebla provocó ayer que el vuelo de Air Nostrum que cubre el trayecto entre la capital de España y Badajoz tuviera que aterrizar en el aeropuerto de Sevilla. Según informaron fuentes de la compañía a este periódico, el vuelo YW8330, con 11 pasajeros a bordo, y que tenía prevista su salida para las 7.05 horas, se vio obligado a salir de Madrid con dos horas y media de retraso a la espera de que mejorasen las condiciones de visibilidad que se registraban en el espacio aéreo del aeropuerto pacense.

Al llegar a Badajoz, el avión tuvo que dar un par de vueltas ante la dificultad de aterrizar por la niebla y finalmente fue desviado al aeropuerto de Sevilla, desde donde los 11 pasajeros fueron traslados por carretera hasta la capital pacense, a la que llegaron con seis horas de retraso. Como consecuencia de esta nueva incidencia meteorológica, se canceló el vuelo que tenía que realizar la conexión de vuelta, cuya salida estaba programada a las 9.00 horas. Cabe señalar que para este vuelo estaban reservados 32 pasajes y la compañía ofreció un billete para el trayecto de la tarde, previsto para las 17.45 horas.

Este caso no es aislado, ya que desde mediados del mes de diciembre se vienen produciendo puntualmente retrasos en los vuelos que cubren el trayecto entre Madrid y Badajoz por los bancos de niebla que se forman en el aeropuerto de Talavera a primera hora de la mañana. Sin ir más lejos, el pasado lunes se produjo otra incidencia similiar, ya que un total de 91 pasajeros se volvieron a ver afectados por retrasos en los vuelos con origen o destino a la región por la niebla. Los retrasos en el transporte aéreo de la ruta con Madrid acumularon más de cinco horas.

En la jornada del martes, los pasajeros del vuelo Madrid-Badajoz sufrieron retrasos de casi ocho horas y la niebla afectó también al trayecto de regreso a la capital de España. Desde la Confederación Regional de Empresarios de Extremadura (Creex) ya han solicitado a Aena mejorar el sistema antiniebla del aeropuerto (el actual es el ILS categoría I, el habitual en los aeródromos más pequeño; mientras el de Madrid es un ILS categoría III, la máxima), una opción que finalmente se descartó.