La más joven de las cofradías cacereñas, la de la Sagrada Cena (Cáceres, 1996), fue --como ya es tradicional-- la más madrugadora. A las once de la mañana de un inestable Jueves Santo, los hermanos de carga y escolta miraban con devoción al cielo a su salida del impresionante templo de Santiago de los Caballeros y sus deseos se cumplieron. Sin lluvia y con mucha fe, la cofradía cambió por vez primera su recorrido por las obras que se desarrollan en las calles Hornos y Gallegos, lo que obligó a desviar el itinerario por la avenida de España. El cambio gustó a los cacereños, que se concentraron en masa en las cercanías de la Fuente Luminosa para contemplar un espectáculo religioso sobrio con una imaginería cuidada al detalle.

La tarde cacereña, a rebosar nuevamente por miles de turistas, amenazaba nubarrones. Pese a todo, la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Amor (Cáceres, 1989) cumplió con su cita y procesionó al Santísimo Cristo del Amor y a Nuestra Señora de la Caridad. La talla de la Virgen --espectacular porque mezcla a la perfección la imagen de dolorosa-alegría-- centró todas las miradas al estrenar una mantilla de tisú de color caña. Ornamentada con rosas de té, rosas blancas de pitiminí y orquideas blancas, la Caridad salió de San José seguida por cientos de devotos.

La salida a hombros del Cristo del Amor (flores rojas y malvas), por el estrecho pórtico de Santa Gertrudis volvió a convertirse en otro más de los acontecimientos que hacen única la Semana Santa cacereña. Las dos tallas se unieron en el cruce de la Berrocala con San José y llenaron de colorido la comercial calle de Pintores.

LA BANDERA

La ilustre y real cofradía de la Santa y Vera Cruz (Cáceres, 1521), una de las más antiguas de la ciudad, aprovechó el 2003 para estrenar su nueva bandera, que recordaba la unión de esta cofradía con la llamada de la Pasión en el año 1521, y que se sacaba tradicionalmente el Día de la Transfiguración del Señor. La bandera también homenajea a los antiguos disciplinantes o penitentes.

La sobriedad y tradición de la cofradía volvió a lucir esplendorosamente en San Mateo con sus seis pasos, entre ellos la Dolorosa de la Cruz, una talla que Antonio Vaquero realizó en Valladolid y que este año ha cumplido 50 años. Y como colofón, la cofradía del Santísimo Cristo del Humilladora y María Santísima Corredentora, que estrenó faroles de cola; y la cofradía del Humilladero, con sus dos cristos y María Santísima Corredentora.