TStal y di lo que eres. Sin miedo. Al primer dolor. Como redimiendo una condena. Entre espadas de dolor. Una por cada una de las vidas que vivimos.

Sal y di tu verdad. La que te empuja y sostiene. Enamorado de tu Credo. Entre la mirra y el incienso.

Sal y di, esta es mi Fe. La que me entregaron. De la que soy custodio y depósito. La que entregaré sin mancha. Cera y esparto.

Sal, mecido en el gozo de la redención prometida. En el orgullo de llevar sobre los hombros a Dios, de toda criatura creador.

Sal y busca. Ve buscando abrazar los misterios del Señor. Ve sin miedo al vocear por calles, plazas y esquinas su buena nueva.

Sal sin excusa ni reparo,- tras la cruz de guía,... tras los pasitos del Redentor.

Sal tras los nazarenos y los capataces,- Sal tras las mantillas, los costaleros y los penitentes,- buscando la Pascua, buscando el silencio que te acuna,- que te consuela,- sólo a ti, sólo de tus penas alivio.

Sal y déjame ir contigo. Tras María Santísima del Mayor Dolor. Carita de nana. Madre Dolorosa. Bonita como ninguna. Consuelo de los afligidos. La que carga con el peso terrible de nuestros pecados. Generala de todo imperio.

Sal a vivir. Tú que vives porque El vive. Tú que caminas porque El camina.

Sal a proclamar el runrún de la vida nueva. Levántate y empuja. Porque tú eres el hombre nuevo. Porque eres luz de amanecer.

Sal,- y si te va faltando el aliento, si la emoción te secuestra,- déjame compartir tus fatigas, hermano.