Si Pedroso de Acím ha sido hasta ahora un pueblo envuelto por un intenso misticismo y conocido por su emblemático convento franciscano fundado por San Pedro de Alcántara, su rumbo ha dado un giro de 180 grados y ha sumado un nuevo símbolo a su historia: la mina de estaño, un lugar que si hace muchos años ya dio sus frutos, ahora, cual milagro económico, puede volver a sacar lo mejor de sus tierras. Una explotación, que aunque empezará a funcionar dentro de dos años, sin embargo ya ha revolucionado a los algo más de sus cien habitantes desde que se anunciara su reapertura. Esto ha provocado que la tranquila vida rural se haya visto alterada por un ir y venir de cámaras de televisión y ciudadanos que a título particular se sienten atraídos por la repercusión mediática de la que ha sido objeto el pueblo. Una revolución que ha entrado no solo en las casas particulares, sino también ha hecho resonar la silenciosa y contemplativa vida de los cuatro franciscanos que viven en El Palancar. "Todo el pueblo habla de lo mismo, es normal, es una gran inyección de optimismo", comenta el Superior del Convento, Macario Martínez, mientras pasea por uno de los jardines y quien sabe si pensando que ha sido obra de un milagro.

Sea la mano divina o la terrenal la que ha sacado a la luz tan preciado material, ayer lo único evidente es que en los rostros de los vecinos de Pedroso apenas había tristezas. "Aquí a trabajar todo quisqui", comentó Luis Javier Grande, que a sus 38 años, casado y con dos hijos vuelve a ver un futuro esperanzador. "Ahora estoy haciendo un trabajillo de un camino, pero ojalá que me saliera lo de la mina", confesó esperanzado de poder coger una nueva carretilla, en la que en lugar de llevar piedras, pudiera trasladar estaño. No obstante, en el caso de Luis Javier en su currículum se suma la experiencia que le haya podido transmitir su padre, Emiliano, ahora ya jubilado pero que en los años ochenta trabajó en la mina. "En aquellos años trabajaba todo el pueblo, pero los americanos que la llevaban tuvieron que cerrarla porque se quedaron sin liquidez", recuerda este albañil con grandes esperanzar de ejercer pronto de minero.

También felices caminaban por las calles de Pedroso Mariángeles Barrigón y José Antonio López, un matrimonio en paro y con dos hijos que cuidar."Mi marido que ha trabajado en la construcción lleva meses en el paro y yo también y la apertura de la mina es una gran noticia", comentó. En el caso de Francisco Harinero, a punto de jubilarse, recordaba cuando con solo 15 años trabajó en la mina. "Yo controlaba los motores del agua para que subiera de un arroyo a unos grandes depósitos, esa agua era para limpiar la tierra que se recogía", explicaba ayer. Como él, el pueblo entero respira feliz al tiempo que la centralita del ayuntamiento no deja de sonar de llamadas de personas deseosas de trabajar.