Ha sido profesor de Maquinaria y Herramientas en FP, y de Tecnología en el instituto El Brocense de Cáceres. Pero si la de docente ha sido su profesión, su verdadera vocación sigue siendo ayudar a los demás. El cacereño Sebastián Calvarro mantiene a los 67 años una vitalidad que para sí quisieran muchos jóvenes, pero sobre todo destila humanidad y transmite optimismo al equipo que le rodea en la presidencia de Cruz Roja en Cáceres y desde el pasado año también en la autonómica.

--¿Si no existiera Cruz Roja habría que inventarla?

--Efectivamente y además la pena que tengo es no haber empezado a trabajar en la institución bastante antes. Llevo 42 años en ella y me parecen pocos.

--¿Cómo define al voluntario?

--Es una persona que de forma altruista se dedica a trabajar en favor de los demás. Y los que trabajan con nosotros se rigen por siete principios, sobre todo por el del humanismo. Ahora, en la situación en la que estamos, es difícil llevar a cabo el afecto, la neutralidad, la independencia, la imparcialidad, la universalidad o la unidad, que son el resto. Tienen un lema que es 'enciende la vela por los dos cabos', aunque es posible que se queme la vela antes, pero da luz para un lado y para otro. La situación está muy politizada, pero intentamos que nuestra actuación sea siempre neutral.

--¿El voluntario nace o se hace?

--El darse a los demás es una función importantísima y fundamental en el voluntario. Eso implica tener unos valores intrínsecos. Y a partir de ahí lo que hacemos en Cruz Roja es formarlo en el sentido de lo que es la institución, cuándo nace, cómo se hace y en base a qué hace. A partir de ahí, en función del servicio que desee prestar, tendrá una formación específica.

--¿Hay cantera de voluntarios?

--Sí que la hay. Creo que no vamos a tener problemas en el futuro. La gente, cada vez más, quiere ser útil a los demás. Y los hay desde licenciados hasta jubilados.

--Dado el momento que vivimos, ¿qué diferencia hay entre solidaridad y compasión?

--Cruz Roja es una organización laica y entendemos más lo primero que lo segundo. Compadecerse de una persona no implica que tengas que atenderla; mientras que la solidaridad es un hecho de entrega ante una necesidad que uno tiene y cubrir la misma.

--¿Destaque un par de logros de Cruz Roja Extremadura?

--El mayor logro, después de la fundación, ha sido la capacidad de ir cambiando en función de las necesidades sociales. Empezamos como socorro y emergencia y, a partir de ahí, hace como un par de décadas, creamos 40 asambleas locales (ahora hay 33, 20 en la provincia de Badajoz y 13 en la de Cáceres). En Extremadura había pocos centros de salud y Cruz Roja fue a esos pueblos para atender las emergencias sanitarias. Cuando se crea el Servicio Extremeño de Salud, vamos reconvirtiendo nuestra labor. También hemos creado nuevos equipos de respuesta inmediata en emergencias.

--¿Hay alguna cuestión que considere como fracaso por no haber podido Cruz Roja atenderla?

--Nuestro lema es "se hace lo que se deba, aunque se deba lo que se haga". Y hacemos lo que podemos aunque contemos con pocos recursos. De todas formas la gente es muy solidaria y nos está apoyando. El hecho de tener 22.300 socios significa que nos aprecia y quiere que seamos intermediarios entre ellos y la sociedad más desfavorecida.

--¿Cuál es la asignatura pendiente de Cruz Roja?

--Tengo dos cosas pendientes: hacer un campamento autonómico para discapacitados y también hacer un grupo de trabajo que enseñe educación vial y primeros auxilios en los colegios. Y además intentar que estas materias sean una asignatura más.

--¿Cómo se las apañan ahora que se han reducido las ayudas?

--A parte de lo que aportan los socios, tenemos el sorteo del oro. Hay también una serie de entidades financieras que nos están ayudando mucho, como La Caixa, Banco Santander, Caja Badajoz y Cajasol.

--Hace unos años Cruz Roja se vio envuelta en algún escándalo y la gente puso en duda que sus aportaciones para grandes catástrofes llegaran a su destino. ¿Ha vuelto la gente a confiar en la institución?

--Hay una frase espiritual que dice "por sus hechos los conoceréis" y, evidentemente, después de tantos años, no ha vuelto a pasar. La gente atiende todas nuestras campañas solidarias y nosotros estamos también agradeciéndoles que continúen siendo socios. Incluso hay personas a título individual que colaboran entregándonos su herencia (una brasileña se encontró una pulsera de oro hace años en Badajoz y en lugar de llevarse el dinero a Brasil lo ha donado a la institución). Este año hemos recibido seis a nivel regional y eso es porque confían en nosotros. El escándalo con la presidenta nacional fue un hecho puntual que ya ha pasado.

--¿Ve su vida fuera de Cruz Roja?

--No. Me hicieron mis abuelos socios de la Cofradía de La Montaña y junto a Cruz Roja, y es a las dos únicas cosas que he pertenecido. Incluso cuando deje de ser presidente me pondré a acompañar a las personas mayores o donde pueda ayudar a la institución. Esto es mi vida y si no lo hubiera tenido es posible que ya no hubiera vivido. Este trabajo me tiene entretenido y mi compromiso es para siempre.

--¿Hay una relación directa entre crisis y solidaridad?

--Totalmente. Hemos aumentado en más de un millar de socios y en 556 los voluntarios en este último año. Eso quiere decir que en épocas de crisis la gente es más solidaria. Y cuando hay motivos especiales, aún más. Un ejemplo fue el terremoto de Haití, donde la gente dio muestras de su enorme solidaridad. También hemos incrementado en 300.000 el número de usuarios a nivel nacional, aparte de los dos millones que estamos atendiendo. A nivel regional atenderemos a 12.000 familias más. Y no solo nos queremos circunscribir a entregar alimentos. Nuestro objetivo es también el empleo. En Talayuela, por ejemplo, en tres años hemos insertado a más de 300 personas de un millar tratadas. Esa es la auténtica labor social de Cruz Roja.

--Pero la gente también demanda alimentos...

--Tenemos dos sistemas de reparto de alimentos. Cuatro anuales que nos vienen de excedentes de Europa. Y luego los que hacemos por cuenta de los 22.300 socios, que los alternamos con el otro reparto. Y lo hacemos de una forma muy digna. Porque antes venía la gente a Cruz Roja a buscarla, con lo que la dignidad de la persona podía verse maltratada. Ahora lo hacemos de una manera más cómoda para ellos y nosotros, y es entregar unas tarjetas, por importe de 33 euros, y con ese dinero compran lo que quieran en Carrefour. Anteponemos la dignidad de la persona ante la necesidad. Y además ofrecemos otros apoyos económicos, como pagar alguna hipoteca, algún recibo de la luz, del agua... Porque estamos hablando de necesidades de personas.

--¿Qué opinión le merece la propuesta de la Renta Básica?

--Todo lo que sea aportar recursos a las personas que carecen de ellos nos parece fenomenal. Pero habrá que ver el número y la cantidad de recursos que habilita la Administración. Yo sería partidario de llegar al mayor número de gente posible aunque la cuantía de la ayuda fuera más pequeña.