La investigación sobre el mal que desde hace una década está devorando encinas y alcornoques prevé saltar al campo. El Grupo Operativo para la Gestión Integrada de la Enfermedad de la Seca en Extremadura (Goseca) quiere poner a disposición de gestores y técnicos un conjunto de herramientas para la detección, prevención, mitigación y restauración de las poblaciones de encinas y alcornoques afectados por seca, de forma que sean capaces de confeccionar y ejecutar planes de lucha integrada contra esta enfermedad. El grupo está a la espera de una nueva convocatoria de los fondos Feader para poder presentar el proyecto con el que quieren llevar a la realidad las investigaciones que han dado resultados satisfactorios en la atmósfera controlada de un laboratorio.

«El trabajo a escala real en fincas afectadas va a permitir poner en práctica medidas que han demostrado algún tipo de acción de control en trabajos científicos», señalan desde Cicytex, uno de los integrantes del grupo operativo y autor de las investigaciones que se van a testar. Aunque pasar de los laboratorios a modelos en el campo es complicado, la alternativa que van a plantear para darle viabilidad incluye «una serie de experiencias sobre casos concretos en las que intervengan expertos, técnicos y selvicultores». El seguimiento de estos casos reales permitirá que progresivamente se puedan ir ajustando los métodos, las técnicas y la viabilidad económica, y además permitirá detectar posibles problemas en la aplicación.

«Además posibilitará crear infraestructuras de demostración que podrán utilizarse en acciones de transferencia de estos métodos», señalan desde el centro de investigación.Junto a Cictex, están incluidos en el Goseca Asaja Extremadura, Indehesa, la Compañía Extremeña de Investigación y Desarrollo Forestal y la Asociación de Propietarios y Titulares de la Sierra de San Pedro y la Asociación de Propietarios y Titulares del Tajo Internacional.

El término seca designa comúnmente a una enfermedad que provoca el decaimiento y muerte de las encinas y alcornoques. Entró hace ya una década en la península sin que se haya logrado aún ningún remedio eficaz con el que detenerla. Si un ejemplar se infecta, está garantizada su muerte. La causante es la Phytophthora cinnamomi, un microorganismo originario de países tropicales y subtropicales, resistente y capaz de sobrevivir sin dificultad en zonas de inviernos más fríos. Los datos más recientes de los que dispone Cicytex indican que en Extremadura había en 2012 unos 5.000 focos activos y 29.000 hectáreas de encinares y alcornocales afectados (el crecimiento de la enfermedad es exponencial aunque a una tasa anual baja, de menos del 1%).

Difícil control

Hay varias características de la fitóftora que provocan que sea un patógeno difícil de controlar: «puede infectar a numerosas especies vegetales, se multiplica en el suelo cuando hay agua libre, puede sobrevivir largos periodos de tiempo en el suelo, incluso a profundidades considerables y tiene una rápida capacidad de diseminación en suelos mal drenados o encharcados» señalan desde Cicytex. De hecho, a pesar de las investigaciones en marcha reconocen que por el momento «no se dispone de una ‘bala de plata’ para este patógeno invasor» y las estrategias de control se basan «en el manejo integrado de las herramientas disponibles para prevenir y mitigar los daños que provoca».

El centro extremeño de investigación es uno de los que está trabajando en cómo hacer frente a esta invasora. En 2015 puso en marcha el proyecto La Seca de la encina y el alcornoque en la dehesa. Seguimiento temporal de su impacto y alternativas de control: biofumigantes, enmiendas y búsqueda de resistencia, que aborda el problema de la Seca de forma multidisciplinar y se estructura en cuatro áreas de trabajo fundamentales: mejora del conocimiento acerca de los diferentes factores que inciden en la Seca; desarrollo de un programa de mejora genética para la obtención de encinas y alcornoques tolerantes; evaluación de la tolerancia al agente causante: y tratamientos alternativos y complementarios, como la incorporación de especies biofumigantes o la aplicación de enmiendas calizas, para el control del patógeno.

En esta investigación, que se prolongará hasta finales de año, participan además el Instituto de Investigación y Formación Agraria Pesquera de Andalucía (IFAPA), las Universidades de Córdoba y Extremadura y la empresa pública Tragsa. «Es poco tiempo si se tienen en cuenta las escalas temporales relevantes para una enfermedad forestal», matizan desde el grupo de trabajo de fitóftora.

Ensayos en marcha

En todo caso sí reconocen que gracias a estas investigaciones «se ha avanzado en todas las áreas de trabajo planteadas» y disponen de algunos resultados, si bien son preliminares. «En este momento hay todavía ensayos en marcha cuyos resultados habrá que analizar, y algunos de estos ensayos no finalizarán hasta el otoño, por lo que antes de esa fecha no dispondremos de resultados definitivos», afirman desde el grupo de investigación.

La seca lleva una década minando las dehesas en el centro y sur peninsular y hay varios centros que trabajan en España en el estudio de la enfermedad enfermedad que puede tener efectos devastadores para sectores importantes para la región como el del corcho o el ibérico («el ibérico desaparecerá si no hay bellota con la que alimentar a los cerdos», advertía hace dos meses la directora técnica de Aeceriber, Elena Diéguez). De hecho, según recuerdan desde Cicytex «ya se ha identificado el agente principal, se conoce mucho de su ciclo biológico, cómo hacer el diagnóstico y se han dado ya algunas recomendaciones para su prevención y control».