Raquel Olmos entró hace un año en la lista de espera del Hospital Infanta Cristina para recibir un riñón. "Sería un cambio total. Volvería a tener una vida prácticamente normal, como la que tenía antes". Raquel se somete a diálisis peritoneal nocturna, pero intenta llevar un día a día lo más normal posible. "Es lo que te ayuda a seguir. Si no haces las cosas como el resto del mundo, malo". Tiene 36 años y trabaja en el centro de educación infantil Babylicen (del Colegio Licenciados Reunidos) en Cáceres. "De momento lo combino bien porque solo trabajo de mañana. Hay días que estás más cansada, pero tienes las tardes para descansar....". Incluso, recibe clases de pádel.

Con todo, resalta que aunque la diálisis peritoneal "te permite hacer más cosas que la hemodiálisis", también impone "limitaciones". La principal es que cuando viaja debe llevarse "un arsenal de medicamentos y de material clínico". En este sentido, señala que le gustaría recuperar "la libertad que tenía antes, no tener que pensar 'ahora me tengo que llevar esto' o tengo que llamar a la empresa que nos sirve para que me lleve a tal sitio las cosas....". Tampoco puede bañarse en piscinas o en el mar. "En verano lo pasas un poco mal", cuenta.

Asegura que está "deseando" someterse al trasplante y, aunque no deja de tener algo de miedo por una intervención de esta importancia, llegado el momento no se lo pensaría. Eso sí, por ahora prefiere no plantearse si será en un horizonte más o menos cercano. "Esto es algo que te puede tocar en tres o en diez años. Depende de tantos factores....".

"Hasta que no te pasan estas cosas a ti o a un familiar directo no te paras a pensar en la importancia de donar", apunta, para remarcar a continuación que donar los órganos es "dar la vida, la felicidad absoluta y completa" a quien los necesita.