Histórica del cooperativismo en Extremadura y experta en auparse sobre cualquier techo de cristal, Chelo Sánchez Bardón (Tornavacas, 1966), asistió de la mano de su padre a las primeras reuniones de la cooperativa del pueblo siendo niña. Tomó las riendas de la explotación familiar y comenzó a estar en la toma de decisiones a finales de los años 90 como secretaria del Consejo Rector de la sociedad cooperativa San Isidro. Después participó en la creación de la cooperativa Tornavalle (2001) que preside desde 2014 (lo hizo ya entre 2001 y 2010) y es además consejera de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte. Conoce bien el sector y las dificultades históricas que afectan a la mujer en el entorno rural y aspira a contribuir a erradicarlas al frente de la primera Sectorial de Igualdad en Cooperativas Agroalimentarias.

--Cuando se constituyó la Sectorial de Igualdad, esta semana, recalcó usted que con ella no se deja a nadie atrás ¿Cómo lo harán?

--Es importante que sirva para dar visibilidad a las mujeres que están en el campo, pero también para analizar la verdadera realidad. Tenemos que saber a qué reto nos enfrentamos y cual es la situación de las cooperativas extremeñas y la participación de la mujer en ellas. Por eso entendemos que es fundamental tener un diagnóstico preciso que nos permita identificar las desigualdades entre hombre y mujeres, y las causas estructurales por las que la mujer no participa.

--Hay datos ya que indican que el 22% de los integrantes de las cooperativas son mujeres, pero solo son el 1,37% en los consejos rectores.

--Y ese es en el fondo el problema. Que aunque según las estadísticas hay mujeres asociadas en el 95% de las cooperativas, solo hay mujeres presidentas o tomando parte en los consejos rectores en el 1,37% de los casos. No representamos ni el 0,2% de los socios y así no estamos participando. De las 141 cooperativas solo hay cuatro presidentas. Ese dato hay que cambiarlo y es apremiante que se fomenten acciones que permitan romper las barreras.

--¿Es un problema de falta de oportunidades, de capacitación de iniciativa...?

--Analizarlo en frío no es fácil. Pero yo creo que hombres y mujeres siempre han participado en las labores agrarias pero el papel del hombre ha sido más visible y más activo. Todo está ligado a una sociedad patriarcal que se ha encargado de invisibilizar el trabajo que las mujeres hacían en el campo. Esa es una de las barreras que hay que romper para acabar con los roles de género y esas conductas que se han naturalizado tanto.

--¿Y cómo se revierte esa situación? Dígame una medida concreta que haya que poner en marcha para dar la vuelta al problema.

--Lo principal es conocer la situación real de las mujeres en el sector agrario y en el sector cooperativo. Entonces podremos poner en marcha medidas para atajar el problema y crear esa conciencia de igualdad de oportunidades en el mundo rural. Pero antes tiene que haber un diagnóstico, para ver realmente el por qué de esa invisibilización y esa desigualdad.

--¿Ese análisis del que habla será entonces uno de los objetivos a corto plazo?

--Acabamos de nacer y tenemos que definir aún cómo vamos a trabajar. Pero entendemos que ese análisis de dónde estamos y por qué estamos es prioritario.

--Las cooperativas son las grandes ‘empresas’ de las zonas rurales y allí la pérdida de población es uno de los problemas más acuciantes de los últimos años ¿Puede suponer una oportunidad para frenar la despoblación que las mujeres tomen un papel más protagonista?

--Entiendo que la coyuntura de los entornos rurales con la despoblación y la falta de relevo generacional hacen que la participación de la mujer sea clave y sin embargo sigue sin ser visible.

--En Extremadura se han ido aprobando algunas medidas para favorecer la visibilidad de la mujer en el campo como el decreto de titularidad compartida de 2016. ¿Qué impacto ha tenido esa medida?

--No la conozco mucho, aunque parece que ya se están empezando a sumar más mujeres a la titularidad compartida. Hay además otras medidas que van a ser importantes como los cambios en la nueva ley de cooperativas para la incorporación de la mujer a los órganos de toma de decisiones.

--Su trayectoria es atípica. Es de las pocas mujeres que sí ha estado desde el principio al frente de una explotación y después en la toma de decisiones de la cooperativa.

--Nunca me he sentido diferente porque todos en la cooperativa hacemos lo mismo. Fueron mis compañeros quienes entendieron que yo podía liderar la cooperativa y acepté. En mi pueblo soy una persona más que trabaja la tierra y tenemos las mismas inquietudes, que son sacar nuestras empresas adelante. Pero sí es cierto que al salir de allí, del entorno de mis compañeros, me han hecho sentir diferente.

--Más que como presidenta me refiero a la época en la que era una cooperativista más y la única mujer.

--Cuando yo expresaba mi opinión no lo hacía como mujer sino como agricultora que es mujer. Además, alguien tiene que romper esos estereotipos. Antes las secretarías de las cooperativas también las ocupaban solo mujeres y ya no. Pues igual, con el puesto de presidente. Hay que ser también valiente para que suceda el cambio. Si yo he conseguido ser presidenta en mi pueblo, por qué no lo va a poder ser otra mujer.

--¿Ha faltado entonces también valentía?

--No es solo eso. También tiene que ver con la educación y roles sociales que se han inculcado.

--¿Qué sería para usted un fracaso en la trayectoria de esta sectorial?

--Que las mujeres no participen. Que después de seis años sigamos teniendo a cuatro mujeres presidentas. El reto debe estar en alcanzar la misma proporcionalidad de mujeres en los consejos rectores como socias en cada cooperativa, porque las mujeres también somos dueñas de nuestras tierras y las tenemos que defender. No necesitamos que nadie lo haga por nosotras.