Tomar más medicamentos no es sinónimo de un mejor tratamiento». Bajo esta premisa, el Servicio Extremeño de Salud (SES) se plantea llevar a cabo un reajuste de los tratamientos para contener el gasto farmacéutico, que desde junio de 2018 al mismo mes de 2019 ha supuesto un desembolso de 320 millones de euros, la cifra más alta desde el 2013, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad.

El envejecimiento de la población y la cronicidad de las enfermedades, la aparición de nuevos fármacos y tratamientos cada vez más caros contra el cáncer o la hepatitis son algunas de las causas que según el director gerente del SES, Ceciliano Franco, están detrás de ese aumento que se da año a año. «No se trata de gastar en negativo porque perjudicaría a la población, pero sí hay que controlar y hacer ese gasto más eficiente. Es uno de los retos que tenemos», reconoce.

En ese sentido, Franco explica que el problema de Extremadura no es tanto el aumento del gasto farmacéutico, que considera intrínseco a la evolución del sistema sanitario y común a todas las regiones, sino el gasto medio por receta, que «tradicionalmente ha estado por encima de la media y que empeoró mucho en la etapa 2012-2015». Según la estadística del ministerio, en junio se ha situado en los 11,88 euros (el segundo valor más alto, solo por detrás de los 12,08 de Baleares), lo que supone una reducción del 0,96% respecto al mismo mes del año anterior y una caída del 0,84% en el acumulado anual.

Teniendo en cuenta la media de los últimos 12 meses, el gasto se sitúa en los 11,91 euros, el más alto del país pero un 0,28% inferior al de 2017. Según Franco, estas cifras evidencian que poco a poco la brecha se reduce, y para seguir incidendo en este aspecto solicita la «complicidad» de médico y paciente. Evaluar bien las incompatibilidades en los pacientes polimedicados para evitar la interacción de fármacos (causan del 30% de las urgencias hospitalarias); recetar por principio activo y en las dosis recomendadas (por ejemplo, ibuprofeno de 400 mg en lugar de 600 mg) o no retirar los envases incluidos en la receta electrónica si no se necesitan son algunas de las medidas que el SES plantea para ahorrar en la factura de farmacia.

«Hay que cambiar el chip y dejar de pensar que si vamos al médico y no nos receta nada, la atención no ha sido buena», indica Franco, que insiste en que implantando medidas para hacer el gasto farmacéutico más eficiente, «podremos construir nuevos hospitales e invertir en medicamentos más caros».