Ahora puede parecer que ocurrió hace años pero no han pasado ni cuatro meses desde que el campo español estalló contra los bajos precios que reciben por sus producciones y para denunciar los márgenes abusivos de algunos intermediarios. La chispa que prendió una serie de movilizaciones que tuvieron lugar por gran parte del país saltó en Extremadura. Fue a las puertas de la institución ferial de Don Benito, el 29 de enero, en una manifestación que incluyó cargas de los antidisturbios y en la que estuvieron presentes miles de agricultores. Uno de ellos era Juan Bonilla, un ganadero que tiene su explotación de ovino a caballo entre los términos de dos localidades de la provincia de Badajoz, El Carrascalejo y Aljucén, y que hoy duda de que aquellas protestas valiesen la pena. «Es que encima estamos yendo a peor. Cuando estuvimos en Don Benito era para que no hubiera una diferencia tan grande entre el productor y el consumidor. Y ahora es que se está agrandando», esgrime. «Yo he dejado de cobrar 40 euros por borrego pero mi mujer cuando va a comprar me dice que las chuletas o la carne de cordero están incluso más caras que antes de empezar esta crisis», apostilla.

Igual que otros productos como el cochinillo o el cabrito cuyo consumo está muy vinculado a la restauración, el cordero ha acusado especialmente el cierre de los locales de hostelería. En Extremadura, la región con una mayor cabaña de ovino de España, con cerca de un 23% del censo, este parón de la demanda se ha dejado sentir especialmente.

A mediados del mes pasado, Juan dio salida a más de cuatrocientos corderos. Aún no sabe ni cuándo ni cuánto cobrará por ellos. Asegura que confía en el intermediario con el que trabaja, pero también tiene claro que recibirá mucho menos de los ochenta euros que tal y como estaba el mercado antes del estado de alarma esperaba ingresar por cada animal.

«Tenía 600 corderos y me dijo que se los llevaba sin problema ninguno antes de Semana Santa», cuenta. Eso fue el 8 de marzo. Diez días después ya le comunicó que, a causa del hundimiento del consumo, no los iría a recoger. «Los corderos los puse en 31 kilos, y ya le dije ‘llévatelos y me los pagas a como quieras, pero quítamelos de aquí, porque me arruinan’. Eran todos los días trescientos euros o más en pienso». Sin precio y no todos los animales, porque solo le compraron 460, que fueron a parar al mercado árabe, «el único que no se ha cerrado para las exportaciones». El resto, alrededor de 200 hembras, ha tenido que quedárselas para reproductoras por lo que se unirán a las 1.200 que ya tenía en las dos fincas que mantiene arrendadas para su explotación. «Normalmente vengo dejando unas cien y este año ya llevo 250». Las ha podido mantener solo gracias a que la climatología ha acompañado. «El otoño ha venido muy malo, y el invierno fatal, pero una primavera como esta de agua y temperatura no se veía hace muchos años», asegura. Si el tiempo hubiese sido tan seco como el que el campo sufría por estas mismas fechas hace un año, las ovejas las hubiese tenido que «regalar».

En las mismas condiciones que los corderos se han llevado la lana de las alrededor de setecientas ovejas que ya ha esquilado. Una materia prima textil para la que también se ha desplomado el precio ante la falta de demanda de China, principal comprador de este producto.

Ahora tiene otra paridera. Las ovejas están dando a luz estos días y volverá a juntarse con entre 550 y 600 animales más, dependiendo de las bajas ocasionadas por zorras y meloncillos, porque «aquí come todo el mundo del campo», ironiza. Y solo hay pérdidas ocasionadas por alimañas porque los robos los evita quedándose a dormir en la finca para guardar los corderos en cuanto alcanzan «los 15 o 16 kilos» y hasta que se ponen en los 25, «porque si no, me los quitan». Eso supone quedarse durante entre «mes y medio y dos meses», todas las noches, con la única compañía de un transistor del que nunca se separa.

AGUANTA UNA CRÍA MÁS

Esta nueva remesa de corderos la podrá «aguantar gracias a que esta primavera viene exagerada» y a que la cosecha de cereales que cultiva para autoconsumo va camino de ser «buenísima», «pero si esto no mejora y esta cría me da otro palo, vendo el ganado y me voy al paro». Las únicas ayudas a las que podrá acogerse, explica, son los doce euros máximo por oveja ofrecidos por el ministerio, pero que tienen un tope de cien animales. «Si tengo 1.200, ¿qué pasa con las otras 1.100?, ¿es que con ellas no tengo pérdidas?». Nacido en Albalá hace 55 años, «menos el de mili», toda su vida adulta la ha dedicado a la cría de ganado ovino y afirma que esta es la situación más complicada que ha conocido en este sector. Peor incluso que la que ocasionó la lengua azul.

Este ganadero incide en que no le cuadra que, si no hay consumo, en los lineales se vea carne de cordero de origen extracomunitario o que su precio siga «carísimo». «El consumo no se reactiva porque los precios están muy altos», sostiene. También se pregunta por qué no bajan si no ha visto «ninguna partida de corderos que se quede en el campo. Todos se los llevan». «El campesino nunca pone precio ni manda en lo suyo, pero cuando yo voy a comprar una reja, un medicamento o el pienso compuesto, vale lo que vale. Si quieres lo pagas, y si no, no te lo llevas», remacha.

AYUDAS «RIDÍCULAS»

Como «ridículas» e «insuficientes» califica el presidente de APAG Extremadura Asaja, Juan Metidieri, las ayudas que el Gobierno ha destinado al ovino y al caprino para paliar la crisis generada por el coronavirus. Desde este sindicato agrario se estima que el precio del cordero ha caído un 40% por lo que los 10 millones de euros que se han destinado para estas ayudas no compensarán ni una mínima parte de las pérdidas originadas por esta situación. Sobre todo teniendo en cuenta que en España hay cerca de doce millones y medio de cabezas de reproductoras entre ovejas y cabras.

«La situación es muy difícil. El nuestro es un producto destinado al canal Horeca y esto nos ha pillado en la época más complicada del año, porque en Semana Santa hay una gran producción y consumo de cordero», resalta Raúl Muñiz, director técnico de la Indicación Geográfica Protegida Cordero de Extremadura. En un ejercicio normal, a lo largo de estas semanas no solo aumentan las ventas en el mercado nacional, también lo hacen para la exportación, fundamentalmente a Italia. Todo eso, resume, «se ha caído» y los extremeños, «los mayores productores de corderos de España, somos los más afectados ante esta situación». Antes de la crisis, las expectativas eran halagüeñas. El mercado internacional pintaba bien, «Australia y Nueva Zelanda tenían menos producción y se esperaba que los precios fueran buenos, pero se han reducido fácilmente un 20% o un 30%».

Según el último Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos elaborado por la organización agraria COAG, lo que cuesta la carne de cordero aumenta un 331% entre origen y destino, de 2,48 euros por kilo a 10,69. El IPC para la carne de ovino muestra por su parte descensos mensuales del 0,6% en marzo y del 2,1% en abril a nivel nacional. No obstante, en términos interanuales, hay aumentos del 2,7% y del 5%, respectivamente.

Muñiz, pide, en cualquier caso, ser «cautos» a la hora de analizar los precios. «El cordero nunca va poder costar lo que el pollo. Tenemos que entender que en su cadena de valor son muy importantes todos los gastos que conlleva de sacrificio, transformación, enfriamiento, transporte... porque es un animal de muy poco peso, que se vende por kilo en el supermercado», argumenta. Que los subproductos como la piel apenas tengan precio actualmente, añade, hace que todos estos costes se acaben repercutiendo solo en la carne, cuya demanda está, además, muy concentrada en las chuletas que, si otras piezas se venden poco, acaban encareciéndose todavía más para compensar la pérdida de margen en el resto. «El cordero tiene pierna, paletilla, pecho, cuello o falda, muchas partes, y el consumidor a veces no mira para ellas», señala.

«Lo que está claro es que aquí la parte débil es siempre el ganadero, que además tiene que vender la producción cuando llega su momento sí o sí», lo que genera cuellos de botella en coyunturas como la actual. Por este motivo, Muñiz, que también preside la Interprofesional del Ovino y Caprino de Carne (Interovic), resalta a que gracias a cómo está estructurado el sector ovino en Extremadura se está «bandeando mejor la crisis». «Aunque no tanto como debiéramos, en Extremadura estamos bastante más cooperativizados que en otras regiones y las cooperativas, aunque están pasando por una dificultad importante, hacen una labor mucho más regulatoria de la oferta que ha evitado la debacle. Es algo que tenemos que aprender para cuando esto mejore».