Anselmo Díaz, maestro de profesión, empezó en el mundo de la política en el año 87. Su trayectoria está muy ligada al ayuntamiento de Plasencia, aunque también ha sido diputado provincial y esta es su segunda legislatura en la Asamblea.

--Lleva mucho tiempo dedicado a la política...

--Sí, tenía 26 años cuando empecé y ahora tengo 49 (risas). Es mucho tiempo y al final la política es una actividad que agota, aunque es ilusionante. Quizás por eso uno puede estar tanto tiempo dedicándose a la política sin vivir de ella, porque yo siempre he mantenido mi puesto de funcionario como maestro.

--¿De dónde saca el tiempo para dedicarse a ambas cosas?

--Sobre todo del ocio, para poder dedicar esa parte importante de mi tiempo a la gestión, la oposición o lo que toque en cada momento.

--¿Qué ha aprendido en estos años de trabajo?

--He aprendido que la política más directa no es la que se hace aquí, sino la que se hace en los ayuntamientos. La Asamblea sin duda es muy importante, pero también más alejada de la sociedad, que muchas veces desconoce la actividad parlamentaria y lo que significa esta. Pero también he aprendido que aquí estamos siempre de paso, que hay que tener la maleta hecha y que en cada legislatura hay que trabajar como si fuera la última y estar tan ilusionado como si fuera la primera.

--¿Cuál es su momento más importante en la Asamblea?

--La reforma del Estatuto de Autonomía. No deja de ser ´la constitución extremeña´ y el hecho de haber participado en su reforma y su votación es uno de los momentos más importantes. Pero mi gran satisfacción política es haber sido concejal de mi ciudad, Plasencia, durante 20 años y ayudar a conseguir el bienestar de la gente, desde el gobierno o la oposición. Porque al final, la mayor satisfacción no está en los grandes momentos, sino en las pequeñas cosas y yo creo que la política debe servir para cambiar un mal gesto en una cara por una bonita sonrisa.