El sueño de vivir de la música está cada día más cerca para los siete jóvenes que superaron en marzo las pruebas de acceso a la Joven Orquesta Nacional de España (Jonde), perteneciente al Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música del Ministerio de Cultura. El salto nacional, bajo la dirección artística de José Luis Turina, convierte "este proyecto de futuro" en una profesión que requiere muchas horas de estudio y ensayo, y que aleja a la música de un simple hobby.

Todos están muy ilusionados tras ser admitidos y prácticamente comparten la misma meta: "llegar a tocar en una orquesta profesional". "Entrar en la Jonde abre muchas puertas porque es un escaparate perfecto", asegura el almendralejense Joaquín Manuel Arrabal, que toca el contrabajo. Pero sobre todo saben lo que esto supone los que repiten un año más, como Santiago Marín, que es la tercera vez que pasa estas pruebas con su flauta travesera. "Me considero muy afortunado. La Jonde es la antesala al mundo profesional", dice. Joaquín Manuel y Santiago junto a Carlos Pacheco, Ana Carlota Cáceres, Fernando Arias, David Tejeda y Carla García forman una nueva generación de músicos que pondrán las notas extremeñas en diferentes rincones de España y otros países hasta junio del 2010, cuando tendrán que volver a realizar otra prueba para continuar en la orquesta.

"Una oportunidad única"

"Seguiré presentándome hasta que no me dejen por viejo --23 años es la edad máxima-- o por pesado", dice Arrabal entre risas, porque es una "oportunidad única" para conocer otros músicos de toda España, trabajar con directores de prestigio, hacer giras por Europa y sobre todo para aprender. "Nadie vuelve de un centro de la Jonde sin haber aprendido algo valioso. Siempre se regresa con la sensación de haber aprovechado el tiempo", señala Carlos Pacheco, que ya entró en la orquesta el año pasado. El empezó a tocar la flauta dulce con dos años bajo la batuta de su abuelo Anastasio --"mi primer profesor de música"-- y con ocho se pasó a la viola, el instrumento con el que mejor se expresa. "Pero es solo eso, un instrumento, la música se lleva dentro".

En la infancia, como la mayoría, también empezó Ana Carlota Cáceres. Arrancó su carrera con ocho años con la percusión. Ahora estudia en el Conservatorio Superior de Mallorca y después se plantea dar el salto a Europa, una posibilidad que todos barajan. "Lo normal es empezar la carrera formando parte de la Orquesta Joven de Extremadura, después de la Jonde y llegar a la orquesta europea". Está también en el punto de mira de Fernando Arias. Este placentino de 22 años, que estudia desde los 18 años viola en el conservatorio de San Sebastián, también formó parte de la Jonde el año anterior. "Surgen más proyectos interesantes y además esta orquesta ofrece becas de formación que te permiten hacer más cosas", apunta.

Vivir de la música

Arias reconoce que no resultará fácil ganarse el pan con la música porque "es cultura y sino hay dinero, como ahora con la crisis, de la cultura es de lo primero que se recorta y también porque hay mucha competencia". "No tendré el sueldo de un futbolista o un médico, pero se puede vivir de la música", dice Arrabal, aunque "ya veremos dónde". En España, opina Arias, no se promociona apenas la música de cámara, "hay muchas menos posibilidades que en Alemania por ejemplo", por eso no descarta viajar fuera.

Otro de los talentos extremeños es también de Plasencia y toca la viola, David Tejeda. Está ansioso por participar en el primer encuentro de la temporada, que será en León este fin de semana. "¡Qué ganas!", exclama este joven que optará a la orquesta europea.

Por su parte, Carla García ha conseguido su "principal objetivo". Ella, como el resto, se quiere dedicar profesionalmente a la música y pasar esta prueba supone un reconocimiento al esfuerzo diario, "entre tres y seis horas de clases y ensayos". En definitiva, sonar en la Jonde destapa un mundo de posibilidades que acerca un poco más a esta nueva cantera de músicos de la región a un sueño que no muchos consiguen. En León comenzarán su nueva andadura, en el primer encuentro en el que quizás no participen todos. Lo que sí está claro es que se abre para ellos una puerta más.