La empresa jaraiceña Pimentón la Dalia lleva cien años dando sabor a la mesa y a los paladares más exquisitos de medio mundo. Fue fundada en 1913, por Valeriano Hernández Martín, uno de los emprendedores "valientes" que ha dado la citada localidad, reconoce su nieto, José María Hernández.

Valeriano Hernández inicia su andadura empresarial comprando el producto a los agricultores que aún molturaban el pimiento en los múltiples molinos de piedra que permanecen inactivos en los márgenes de las gargantas veratas. Pero La Dalia cuida desde el principio la calidad del pimentón que comercializa. Prueba de ello es el diploma de honor que obtuvo en 1916, en la variedad de pimentón molido picante, en la Exposición Internacional Permanente de Barcelona. Sin embargo no es el único reconocimiento, ya que en la Exposición Iberoamericana, celebrada en Sevilla en 1929, La Dalia se trajo para sus vitrinas de Jaraíz de la Vera la medalla de Plata.

Valeriano Hernández, siempre tuvo la fábrica de pimentón en su pueblo, "pero en 1945 pone el pie en Madrid, donde abrió, Valeriano Hernández S.L. y una distribuidora de especias para la zona centro con los ocho hijos que tenía. "Mi padre, Valeriano Hernández Morales, se quedó en la fábrica de Jaraíz". Al morir este último las acciones "que poseía pasaron a mi, y en 1984, mi esposa, Teresa Nieto, y yo nos separamos de Valeriano Hernández S.L y nos quedamos con la fábrica de Jaraíz". Así La Dalia llega a la cuarta generación, con Alvaro y Maite Hernández Nieto, que son quiénes se encuentran al frente del negocio, que acaba de celebrar un encuentro con familiares, trabajadores, clientes y amigos para festejar el centenario de su fundación.

Pero todos los avatares por los que ha pasado La Dalia, no están relacionados con la economía. Hay otros sentimientos humanos, que afloran en determinados momentos. Así por ejemplo, el nombre comercial, con el que el pimentón y las especias que elaboran llega a grandes superficies, chacinería, amas de casa y hostelería de España, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Rusia, le viene de que Valeriano Hernández Martín, regaló una Dalia a la que fuera su mujer, Lucía Morales Galindo, como prueba del amor que sentía por ella.